Desde la llegada al poder del Partido Revolucionario Moderno (PRM), las expectativas de sus militantes de base han sido altas. Sin embargo, con cada mes que pasa, el malestar se hace más evidente entre aquellos que trabajaron arduamente para llevar al partido al gobierno y que, hasta la fecha, siguen esperando los nombramientos prometidos.
Las promesas de designaciones han sido una constante en los discursos oficiales, pero la realidad para muchos miembros de la base ha sido diferente. "No que en agosto, no que en febrero", son frases que han escuchado repetidamente sin que estas se traduzcan en acciones concretas. Este continuo retraso ha generado un sentimiento de frustración y desconfianza en el liderazgo del partido, lo que amenaza con debilitar la unidad interna.
Fuentes cercanas al PRM confirman que el problema no es la falta de voluntad política, sino la burocracia y los procesos internos que ralentizan la toma de decisiones. Sin embargo, para los compañeros de base que esperaban un reconocimiento por su esfuerzo, esta explicación ya no es suficiente. La paciencia se agota y el descontento se expande en distintos sectores del partido.
Este escenario podría traer consecuencias negativas para el PRM de cara a futuros procesos electorales. Si el gobierno no actúa con prontitud para atender estas demandas, corre el riesgo de perder el apoyo de sus propios seguidores, quienes podrían optar por la abstención o incluso por respaldar otras opciones políticas en el futuro.
Los dirigentes del partido y el gobierno tienen en sus manos la oportunidad de corregir el rumbo. Cumplir con las promesas hechas no solo fortalecería la confianza de la militancia, sino que consolidaría la estructura del PRM a largo plazo. De lo contrario, el desgaste podría convertirse en un problema mayor, con repercusiones impredecibles en el panorama político nacional.
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