En el Caribe colombiano, una pareja de alfareros se dedica a perfeccionar esculturas que serán colocadas en el fondo del mar para formar parte de un museo submarino. Estas esculturas, compuestas por 25 figuras de un metro y medio de altura, se encuentran en la paradisíaca Isla Fuerte, en el departamento de Bolívar.
Colaborando con la protección de los arrecifes de coral amenazados por el turismo y el cambio climático, las esculturas sirven como refugio para los corales afectados por estas amenazas. Tatiana Orrego, creadora de la iniciativa conocida como MUSZIF, explica que esta iniciativa busca potenciar la vida de los corales y proteger los arrecifes naturales.
En un contexto donde los corales a nivel mundial han experimentado episodios masivos de blanqueamiento debido a las altas temperaturas de los océanos, la importancia de proteger estos ecosistemas se vuelve fundamental. En Colombia, el 70% de los arrecifes de coral ha perdido sus colores, según datos del Ministerio de Ambiente.
La pareja de alfareros Hugo Osorio y Pedro Fuentes, inspirados en el legado precolombino de sus ancestros indígenas, se dedican a crear estas esculturas en armonía con la naturaleza. Las figuras de caciques y deidades precolombinas se convierten en un "sustrato idóneo" para el crecimiento de nuevos corales, ayudando a revitalizar estos ecosistemas marinos.
Este museo submarino recibe visitantes que buscan explorar estas esculturas y apreciar la vida marina que las rodea. Se convierte en un espacio alterno para los turistas, evitando sobrecargar los arrecifes naturales ya afectados por la actividad humana.
Orrego, inspirada en el trabajo del escultor británico Jason Taylor, buscó artistas locales para llevar a cabo esta iniciativa de crear un museo submarino. Osorio y Fuentes, especialistas en alfarería y con raíces indígenas, se dedican a moldear el barro para dar forma a las esculturas que protegerán a los corales.
Con la esperanza de preservar y recuperar el patrimonio cultural y natural, esta pareja de alfareros continúa su labor para proteger el frágil ecosistema marino y promover la importancia de conservar los arrecifes de coral.
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."Cuando nos encontramos con esas esculturas yo dije: '¡Ay Dios, caramba! ¿Qué es eso?'", relata a la AFP Orlis Navas, poblador de la pequeña isla de 3,000 habitantes.Este buzo ahora guía recorridos turísticos por las esculturas. Su estilo precolombino y una abundante cobertura de coral les dan un aura de naufragio milenario, pero en realidad fueron puestas allí en 2018 por una empresaria hotelera."Cuando me encuentro con el deterioro de los arrecifes naturales de la isla, vi en el proyecto de arte una posibilidad de proteger y potenciar la vida de los corales", explica a la AFP Tatiana Orrego, creadora de la iniciativa conocida como MUSZIF. RELACIONADAS Medio Ambiente En los últimos cuatro años se ha perdido entre el 40 y 60 % de la cobertura viva de coral en RD Las esculturas son ahora albergue para los corales, afectados por malas prácticas de turismo y el cambio climático.En el último año, los corales a nivel mundial registraron un nuevo episodio masivo de blanqueamiento debido a las temperaturas récord de los océanos, según la Agencia Estadounidense de Observación Oceánica y Atmosférica (NOAA).Los corales, invertebrados marinos, viven en simbiosis con las algas que se encuentran dentro de sus tejidos y les proporcionan alimento.Pero cuando el agua está muy caliente, expulsan las algas y se vuelven blancos, algo que los expone a enfermedades y a la muerte.Colombia cuenta con un área coralina equivalente a 100,000 campos de fútbol. Sin embargo, el 70% de ellos perdió sus colores, según el ministerio de Ambiente. RELACIONADAS Medio Ambiente Realizan con éxito primera extracción de ADN de corales en República Dominicana Arrecifes sobrecargados Bajo el mar, las piezas que crearon los alfareros locales Hugo Osorio y Pedro Fuentes se convierten en un "sustrato idóneo" para el crecimiento de nuevos corales, explica Orrego.Al principio, "sembraba" partes de coral sobre el barro para iniciar el proceso.Últimamente han comenzado a colonizar las estatuas espontáneamente, cuenta con satisfacción.Parches coloridos recubren las figuras de caciques y deidades precolombinas. Decenas de peces adornan el recorrido a 6 metros de profundidad.https://resources.diariolibre.com/images/2024/06/05/corales.jpgSon 25 figuras de un metro y medio de altura que componen una especie de arrecife artificial. (AFP)El museo recibe un poco más de 2,000 visitantes al año, entre buzos y nadadores con esnórquel.Es un "espacio alterno para llevar al turista y no sobrecargar los arrecifes naturales, que ya están sobrecargados", agrega la empresaria.En lugares como Isla Fuerte, donde el turismo ha crecido exponencialmente en los últimos años, la acción del hombre agrava el problema.Algunos curiosos arrancan trozos de coral para llevarlo a la superficie, otra veces el daño es causado por las pisadas y aletazos que le propinan involuntariamente al frágil ecosistema."La gente no entiende que el coral es un ser vivo" se queja Orrego. RELACIONADAS Medio Ambiente En dos años se perdió cerca de un 50 % de la cobertura coralina en la región este Raíces indígenas Inspirada en la obras que el escultor británico Jason Taylor ha sumergido en las costas de México, Orrego buscó artistas locales para crear un museo submarino que sirviera a la vez de hogar para el coral.Fue así como dio con Osorio y Fuentes, especialistas en dar forma al barro que extraen a mano de la Ciénaga Grande de Momil, ubicada a unos 60 kilómetros de Isla Fuerte, en territorio continental de Colombia.De ancestros indígenas, imitan las creaciones del pueblo Zenú, que habitó el Caribe colombiano antes de la conquista española."Ellos también se dedicaban a la alfarería. Todo esto viene de las raíces (…) Mi mamá también hace piecitas", explica Fuentes, de 48 años, mientras moldea el barro mezclado con arena."Seguimos con la cultura para que no se perdiera", completa Osorio, de 59.Elaboran "ídolos" y figuras alusivas a la maternidad, la cacería y la búsqueda de leña, tal y como lo hacían los zenú. Lo saben porque de jóvenes participaron en varias excavaciones arqueológicas en los cerros que rodean a la ciénaga.Lamentan haber malvendido cientos de piezas precolombinas a comerciantes que luego las ofrecían a precios exorbitantes en el interior del país."Es una tristeza grande. El patrimonio de nosotros se perdió. Tratamos de recuperarlo, pero ya no se puede", dice Osorio, antes de acomodar trozos de boñiga seca que usa como horno para finalizar su obra.){kind=link}