Gladys Ricart se casaba el 26 de septiembre de 1999 con James Preston Jr. en Nueva Jersey, y se encontraba rodeada de familiares y amigos que le ayudaban con los preparativos de su boda cuando su exnovio, Agustín García, apareció y le segó la vida.
Lethy Liriano, su sobrina, tenía apenas 17 años cuando vivió aquella fatídica pérdida. La fecha, que debió ser un recuerdo de júbilo, todavía resuena en las calles de Nueva York y de República Dominicana a través de las mujeres que caminan, vestidas de novia, para sensibilizar a la ciudadanía sobre los derechos de las mujeres y en contra de la violencia doméstica.
“El activismo con este tema ha sido una terapia con el tiempo, recordando la memoria de la muerte de mi tía porque marchamos el día que murió cada año, en Nueva York”, reconoció Liriano mientras marchaba una vez más en 25 años, esta vez por el parque Independencia, en la que sería su primera “Marcha de las novias” en Santo Domingo, organizada por el colectivo Viviendo el Retorno.
“Después que tú pierdes a un ser querido de forma tan trágica, cada día es diferente. Algunos días me apeno y no puedo ni hablar; algunos días me acerco a estas mujeres luchadoras y veo que hay nuevas familias experimentando lo mismo, y que yo puedo compartir mi historia para dejarles saber que no están solas”, manifestó a Diario Libre.
Aunque es consciente de que una problemática de siglos, como lo es la violencia de género, no va a cambiar “de un día para otro”, Liriano reconoce, en la comprensión y en el apoyo a otras mujeres que han pasado por esta situación, una vía para sanar y prevenir que más mujeres pierdan la vida a través de la concientización y la toma de acción.
Los avances
El caso de Gladys conmocionó a toda la comunidad dominicana en los Estados Unidos. Las marchas de novias se hicieron cada vez más multitudinarias y representaron un mecanismo de vigilancia para observar el comportamiento de la policía y de los tribunales al momento de acusar a los agresores.
Liriano indicó que, por ejemplo, antes las víctimas debían de enfrentarse cara a cara con los imputados durante el juicio, lo que les generaba temor y las colocaba en riesgo de ser vulneradas, algo que ahora se evita durante el juicio con la representación del abogado.
Los programas de protección también se han ampliado, con instituciones que les brindan a las víctimas de género todos los servicios de consejería, asesoría o vivienda para ofrecer acompañamiento a las mujeres hasta que estén listas para salir de la relación.
Asimismo, se les permite a los colectivos de la sociedad civil trabajar más de cerca con los policías, haciéndolas partícipes de charlas de concientización para saber cómo responder al momento en que se les reporta un caso de violencia doméstica.
Recordó que, en la República Dominicana, el Ministerio de la Mujer tiene habilitada la Línea de Emergencia *212, para las mujeres que quieren denunciar una situación abusiva.
“Hay muchas cosas que se pueden hacer (en República Dominicana) pero toman tiempo, y a veces las mujeres ni saben todos los recursos que hay. Por eso, el mensaje es que busquen ayuda”, remarcó.
Hablar y denunciar
La discreción con la que Gladys había manejado el tema para “evitar problemas” con Agustín tomó desprevenidos a sus seres queridos, quienes se enterarían luego en la corte de los abusos y las infidelidades que ella aguantó antes de separarse de él, y del constante acoso de su parte que atravesó, luego de dejarlo.
“Ella no le quiso poner querella por los hijos de él; porque muchas veces son las mujeres más buenas de corazón las que fallecen jóvenes, porque alguien conoce que son buenas, y abusan de ello”, explicó Liriano, quien consideró la importancia de denunciar a tiempo, e insta a todas las mujeres a no quedarse calladas ante una situación de violencia.
Asimismo, reflexionó que el mayor “dolor” de la violencia de género es que ocurre dentro de los círculos sociales más íntimos de las víctimas.
“No es un extraño (…); es alguien que vivía entre tu familia, que sabe el dolor que puede causar. Por eso también estamos pensando en cómo se educa a los jóvenes, para que no se conviertan en hombres que puedan hacer una cosa así. Me imagino que él (Agustín) experimentó abuso también, o vivió en violencia, porque para llegar a un punto así, hay que entender esa psicología. Y ese trabajo hay que hacerlo en Estados Unidos, aquí y en muchos lugares: analizar el estado mental de nuestra sociedad”, afirmó.
En ese sentido, Liriano llamó a las personas a no hacer caso omiso cuando una mujer pida ayuda, ni tampoco juzgarla por las circunstancias que la llevaron a sufrir violencia, ni tampoco del tiempo que le toma salir de ese círculo vicioso.
“Que esa mujer sepa que cuando esté lista un día, cuando ella tome esa determinación, que ya no tiene que estar ahí, que ella sepa que tiene una amiga, o a alguien que siempre tenga esa puerta abierta para escucharla”.
El cuerpo de Gladys Ricart descansa en Tamboril, Santiago, donde nació. Su sobrina no pudo sostener su bouquet, pero este domingo lanzó flores al mar junto a otras manifestantes, en memoria de su tía y de muchas otras dominicanas víctimas de los feminicidios que enlutan a miles de familias en todo el país.
Dos años después de haberla asesinado, Agustín García fue condenado a cumplir cadena perpetua por haber asesinado a su exnovia, en un juicio en el que la fiscalía de Nueva Jersey llegó a solicitar la pena de muerte.A lo largo de los años, el convicto ha apelado la decisión de los jueces en múltiples ocasiones buscando variar su sentencia, pero la corte se lo ha negado, continuando en la cárcel desde entonces.
Fuente: Diario Libre
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