Mira Murati renunció en septiembre a OpenAI. Dejó su puesto como directora de tecnología (CTO) en la empresa fundada por Sam Altman: "Quiero crear el tiempo y el espacio para hacer mi propia exploración". El rumor que merodeó todo Silicon Valley era que su retirada se debía al sueño personal de fundar su propia empresa.
Hoy anuncia que, efectivamente, es la CEO de una nueva corporación de beneficio público llamada Thinking Machines Lab. Su misión es desarrollar modelos de IA de primera categoría, con el objetivo de hacerlos más útiles y accesibles.
El grano de arena de Murati
Murati cree que existe una gran brecha entre el rápido avance de la IA y la compresión de la tecnología por parte del público. Ni siquiera los científicos más avanzados conocen a fondo las capacidades y las limitaciones de la IA. Thinking Machines Lab pretende colmar esa laguna incorporando la accesibilidad desde el principio; también promete compartir su trabajo publicando notas técnicas, artículos y código real.
Esta estrategia se basa en la convicción de Murati de que aún estamos en las primeras fases de la IA y que la competencia dista mucho de estar cerrada. Aunque la aparición de DeepSeek y sus modelos de razonamiento avanzados por una fracción del costo habitual aterrizaron después de que Murati comenzara a planificar su laboratorio, reivindican la idea de que los "recién llegados" pueden competir con modelos más eficientes.
Sin embargo, Thinking Machines Lab competirá en la gama alta de los grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés). "En última instancia, los sistemas más avanzados darán lugar a las aplicaciones y beneficios más transformadores, como permitir nuevos descubrimientos científicos y avances en ingeniería", escribe la empresa en una entrada de blog. Aunque no se utiliza el término "AGI" (inteligencia artificial general), Thinking Machines Lab cree que aumentar las capacidades de sus modelos al máximo nivel es vital para llenar el vacío que ha identificado. Construir esos modelos, incluso con la eficiencia de la era DeepSeek, será costoso. La compañía de Murati aún no ha dado a conocer quienes son sus inversionistas, pero confía en recaudar los millones necesarios.
Reclutamiento de especialistas
La propuesta de Murati atrajo a un impresionante equipo de investigadores y científicos, muchos de los cuales cuentan con OpenAI en su currículum. Entre ellos se encuentran el ex vicepresidente de investigación Barret Zoph; actual director de tecnología (CTO) de Thinking Machines Lab, el jefe de investigación multimodal Alexander Kirillov, el jefe de proyectos especiales John Lachman y el investigador principal Luke Metz, quien abandonó Open AI hace unos meses. El jefe científico será John Schulman, un inventor clave de ChatGPT que dejó OpenAI por Anthropic el verano pasado. Otros proceden de competidores como Google y Mistral AI.
El equipo se instaló en una oficina de San Francisco a finales del año pasado y ya inició con varios proyectos. Aunque no está claro cómo serán sus productos, Thinking Machines Lab indica que no serán imitaciones de ChatGPT o Claude, sino modelos que optimicen la colaboración entre humanos e inteligencia artificial. El inventor estadounidense Danny Hillis soñó con esta colaboración entre personas y máquinas hace más de 30 años. Hillis, discípulo del pionero de la IA, Marvin Minsky, construyó una supercomputadora con potentes chips que funcionaban en paralelo, precursora de los clusters que hoy gestionan la IA. El proyecto se llamó Thinking Machines. En 1994, la compañía se declaró en quiebra. Ahora una variación de su nombre, y quizá su legado, pertenece a Murati.
Artículo publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.
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