El reciente anuncio de la candidatura presidencial de Raquel Peña para las elecciones de 2028 ha generado intensos debates dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Aunque Peña, actual vicepresidenta de la República, cuenta con el respaldo de sectores influyentes dentro del partido y del gobierno, su liderazgo no parece ser del todo aceptado por la base perremeísta. Esto plantea un desafío importante: ¿Podrá consolidar un liderazgo capaz de unir al PRM, o su candidatura abrirá fisuras que podrían debilitar al partido de cara a las próximas elecciones?
La historia política dominicana ha demostrado que la unidad partidaria es clave para el éxito electoral. En el PRM, la falta de una figura que herede automáticamente el liderazgo de Luis Abinader deja un espacio de competencia abierto. En este contexto, la postulación de Peña, una figura con un perfil más técnico que político, podría no ser suficiente para movilizar a las bases sin el apoyo explícito de otros líderes perremeístas con peso propio dentro del partido.
Además, las bases del PRM han manifestado su descontento debido a la falta de espacios en el tren gubernamental, lo que ha generado una creciente frustración entre los militantes que sienten que sus esfuerzos en la campaña no han sido recompensados. Esta situación podría jugar un papel crucial en la aceptación de la candidatura de Peña, pues sin el respaldo de las bases, su camino hacia la nominación oficial podría ser más accidentado de lo esperado.
Es evidente que el PRM cuenta con otras figuras con aspiraciones presidenciales, como David Collado, Carolina Mejía, Eduardo Sanz Lovatón, Guido Gómez Mazara, Wellington Arnaud, entre otros. Si estos actores deciden lanzar sus propias candidaturas o no respaldan a Peña de manera contundente, el PRM podría enfrentarse a un proceso interno convulso, que recuerde las divisiones que llevaron a la debacle del PRD en el pasado. En este sentido, la clave del éxito para Peña será la construcción de consensos y alianzas dentro del partido.
Otro factor importante es el papel que jugará el presidente Luis Abinader. Aunque ha reafirmado que no buscará una reelección en 2028, su influencia dentro del PRM es indiscutible. Su respaldo directo a Peña podría darle un impulso significativo, pero también podría generar resistencia en sectores del partido que buscan mayor apertura y competencia interna. La forma en que Abinader maneje esta situación determinará en gran medida la cohesión del PRM.
Si bien el PRM ha demostrado ser un partido con una estructura más organizada y menos proclive a conflictos internos que su antecesor, el PRD, la experiencia enseña que las luchas de liderazgo pueden convertirse en una amenaza real para la estabilidad de cualquier organización política.
En definitiva, la candidatura de Raquel Peña marca el inicio de una nueva etapa en el PRM, donde la consolidación de un liderazgo fuerte y la unidad del partido serán determinantes para garantizar la continuidad del proyecto político iniciado en 2020. De lo contrario, podríamos estar ante una fractura interna que podría ser aprovechada por la oposición en 2028.
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.