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Más de 520,000 viajeros, alrededor del 20 % de ellos menores y adolescentes, atravesaron la jungla panameña del Darién, la peligrosa frontera natural entre América del Sur y Centroamérica, en 2023.Esta es una cifra sin parangón que amenaza con palidecer frente a las 800,000 que agencias de la ONU como Unicef calcula pueden hacerlo este año.Se trata en su mayoría de venezolanos, a los que se suman haitianos, ecuatorianos, colombianos, brasileños y nacionales de países lejanos como China, la India, Angola, Pakistán o Senegal, entre otros. Los llamados extracontinentales.Los horrores que sufre esta población en movilidad se repiten una y otra vez: robos, violaciones, abusos de todo tipo en las carreteras, a lo que se suma el temido Tapón del Darién, donde además los viajeros se enfrentan a la rudeza de un entorno natural salvaje.Un corredor sin mayores obstáculosHasta ahora, las autoridades centroamericanas han optado por dar paso a este flujo que confiesan es inmanejable para ellas.También inisiten en la necesidad de ayuda internacional para gestionarlo y en soluciones regionales que permitan una migración regular, ordenada y segura que ponga fin a esta crisis humanitaria y al gran negocio del crimen organizado que la fomenta.Panamá y Costa Rica aplican desde 2015 - cuando estalló la primera crisis con miles de cubanos viajando hacia EE.UU. - un llamado "flujo controlado".En otras palabras, los migrantes que cruzan el Tapón del Darién son atendidos en estaciones por las autoridades panameñas que, a costo de cada viajero, los embarcan en autobuses que los dejan en territorio costarricense, donde toman otro transporte para salir de ese país.Pero esta situación puede cambiar. El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien asumirá el cargo el próximo 1 de julio, habla de repatriar en masa los migrantes que crucen el Darién.Esto se debe a que su país no cuenta ya con recursos para manejar ese flujo que, asegura, está devastando la selva, que es Patrimonio de Humanidad, y constituye además un problema para la seguridad nacional y regional.El director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Honduras, Rolando Sierra, indicó a EFE que la política del Gobierno hondureño ha sido "facilitar la migración".Esto lo hace con medidas como una amnistía que suspendió el pago de una sanción administrativa a los viajeros, ya que este país “no tiene la capacidad” de atender a tantos migrantes.Sierra dijo que hay que esperar a ver quien gana la Presidencia de México para conocer si su política será de “mayor control migratorio”.Además, negociará con los países centroamericanos para frenar la migración irregular, incluidos los miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que salen cada día para intentar llegar a Estados Unidos desde hace más de tres décadas.Nuevas rutas y la política de NicaraguaLa jefa de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en México, Dana Graber, dijo a EFE que los migrantes están utilizando rutas donde son propensos a caer en el tráfico de personas y ser víctimas de diversos delitos, y que estas cambian volviéndose cada vez más peligrosas."Hemos visto a la mayoría cruzando el Darién, pero los traficantes encontraron otras rutas por América Central. Hay un aumento de personas llegando a Honduras sin cruzar el Darién. Son rutas por mar, irregulares, peligrosas, en las que las personas tratan de ser invisibles para que no sean retornadas", explicó Graber.En este sentido, se ha señalado que Nicaragua, con la política iniciada en 2021 de eximir de visado para ingresar al país a cubanos, haitianos, y a ciudadanos de países africanos como Angola, Catar y Senegal, se ha convertido en un trampolín para los migrantes irregulares que buscan llegar a Estados Unidos.Según expertos nicaragüenses en relaciones exteriores, Nicaragua facilitó el trasiego de más de 100,000 migrantes irregulares a EE.UU. a través de vuelos chárter."El clan familiar Ortega-Murillo aprovechó la oportunidad económica y política para usar la migración como política exterior contra Estados Unidos y aumentar el peso de la crisis humanitaria", dijo el nicaragüense Manuel Orozco, investigador del Diálogo Interamericano, con sede en Washington, en declaraciones a la plataforma Confidencial.Estados Unidos lanzó el pasado 22 de mayo una ronda de sanciones contra el Gobierno de Daniel Ortega, que afectan a decenas de funcionarios y a empresas, por atacar los derechos humanos y ser "cómplices en la explotación de migrantes".Una oportunidad para MéxicoLa jefa de Misión de la OIM en México explicó que ante el aumento sin precedentes de la migración en los últimos años, se abren una serie de retos para México - y para el resto de países de la región - pero también oportunidades."Esta migración tan compleja es un reto para México, pero también vemos una oportunidad en términos de aprovechar la migración laboral porque más personas migrantes ven a México como un posible país de destino o se ven obligadas a permanecer", comentó.Graber dijo que México tiene cerca de 1,6 millones de puestos de trabajo vacantes que podrían ser aprovechados por los migrantes, pero para ello debe haber vías accesibles de regularización. Leer más Señalan que política de NY sobre tiempos de acogida para migrantes se aplicó de forma irregular Rancheros en la frontera de EE. UU. se ven amenazados por la crisis migratoria){kind=link}
En una crisis migratoria sin precedentes, miles de migrantes irregulares están cruzando o saliendo diariamente de Centroamérica rumbo a Estados Unidos o México, en caso de no lograr el "sueño americano". Esta es la situación con la que se encontrará el nuevo presidente de México que será elegido este domingo.
La crisis migratoria y humanitaria continúa aumentando. Más de 520,000 viajeros, aproximadamente el 20% de ellos menores y adolescentes, han atravesado la jungla panameña del Darién, la peligrosa frontera natural entre América del Sur y Centroamérica, en 2023.
Esta cifra sin precedentes podría verse opacada por las 800,000 que agencias de la ONU como Unicef estiman que podrían hacerlo este año.
En su mayoría, estos migrantes son venezolanos, a los que se suman haitianos, ecuatorianos, colombianos, brasileños y ciudadanos de países lejanos como China, India, Angola, Pakistán o Senegal, entre otros, conocidos como extracontinentales.
Los horrores que enfrenta esta población en movimiento se repiten constantemente: robos, violaciones, abusos de todo tipo en las carreteras, además de la temida travesía por el Tapón del Darién, donde los viajeros se enfrentan a la dureza de un entorno natural salvaje.
Un corredor sin grandes obstáculos
Hasta el momento, las autoridades centroamericanas han optado por permitir este flujo migratorio que confiesan es demasiado grande para gestionar por sí solas.
También hacen hincapié en la necesidad de ayuda internacional para abordar este problema y en soluciones regionales que permitan una migración regular, ordenada y segura que pueda poner fin a esta crisis humanitaria y al lucrativo negocio del crimen organizado que la impulsa.
Panamá y Costa Rica han implementado desde 2015 – cuando estalló la primera crisis con miles de cubanos viajando hacia EE.UU. – lo que llaman un "flujo controlado".
En resumen, los migrantes que cruzan el Tapón del Darién son atendidos en estaciones por las autoridades panameñas, que los transportan en autobuses a territorio costarricense a costa de cada viajero, quienes luego continúan su camino a través de otro medio de transporte.
Sin embargo, esta situación podría cambiar. El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien asumirá el cargo el próximo 1 de julio, ha mencionado la posibilidad de repatriar a gran escala a los migrantes que crucen el Darién.
Esto se debe a que su país ya no cuenta con los recursos necesarios para gestionar ese flujo que, según él, está devastando la selva, considerada Patrimonio de la Humanidad, y representa un problema para la seguridad nacional y regional.
El director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Honduras, Rolando Sierra, declaró a EFE que la política del Gobierno hondureño ha sido facilitar la migración, aplicando medidas como una amnistía que suspendió el pago de sanciones administrativas a los viajeros, dado que el país no tiene la capacidad para atender a tantos migrantes.
Esperemos para ver quién resulta ganador en las elecciones presidenciales de México para saber si su política será de mayor control migratorio. También se negociará con los países centroamericanos para frenar la migración irregular, incluyendo a los miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que han estado intentando llegar a Estados Unidos desde hace más de tres décadas.
Nuevas rutas y la política de Nicaragua
La jefa de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en México, Dana Graber, informó a EFE que los migrantes están optando por rutas donde corren el riesgo de caer en el tráfico de personas y ser víctimas de distintos delitos, y que estas rutas están cambiando y volviéndose cada vez más peligrosas.
Se ha observado que Nicaragua, con la política iniciada en 2021 de eximir de visados a cubanos, haitianos y ciudadanos de países africanos como Angola, Catar y Senegal, se ha transformado en un trampolín para los migrantes irregulares que buscan llegar a Estados Unidos.
De acuerdo a expertos nicaragüenses en relaciones exteriores, Nicaragua facilitó el paso de más de 100,000 migrantes irregulares hacia EE.UU. a través de vuelos chárter.
El investigador nicaragüense del Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, en declaraciones a Confidencial, mencionó que el clan familiar Ortega-Murillo aprovechó la oportunidad económica y política para utilizar la migración como una política exterior contra Estados Unidos y aumentar el impacto de la crisis humanitaria.
Estados Unidos impuso sanciones el pasado 22 de mayo contra el Gobierno de Daniel Ortega, afectando a numerosos funcionarios y empresas, por vulnerar los derechos humanos y ser cómplices en la explotación de migrantes.
Una oportunidad para México
La jefa de Misión de la OIM en México explicó que ante el inusual aumento de la migración en los últimos años, se presentan una serie de desafíos para México – y para el resto de países de la región – pero también oportunidades.
Graber señaló que México cuenta con aproximadamente 1.6 millones de puestos de trabajo vacantes que podrían ser ocupados por los migrantes, pero para lograrlo deben existir vías accesibles de regularización.
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