En una impresionante playa de arena blanca, se erige una imponente torre de hormigón que marca el comienzo de la construcción de un muro de 164 km que República Dominicana está levantando para protegerse de la inmigración ilegal, la violencia y el contrabando procedente de Haití.
Este muro está fuertemente custodiado por militares armados y en las zonas más calientes se utilizan vehículos blindados para la vigilancia.
Este proyecto es una iniciativa del gobierno del presidente Luis Abinader, quien busca la reelección para un segundo mandato de cuatro años. Abinader ha intensificado las medidas contra Haití con redadas de inmigrantes, deportaciones masivas, cierre de fronteras y la construcción de este muro, presentado como una obra crucial que transformará la República Dominicana.
La construcción comienza en Pedernales, un pueblo costero que aspira a convertirse en un polo turístico y que limita con Anse-à-Pitre, a 140 km de Puerto Príncipe, donde la violencia de las pandillas es una amenaza constante.
En esta área, los niños juegan junto a un río mientras mercancías cruzan de Haití a República Dominicana a través de una zona franca binacional.
"Efecto simbólico"
El muro se extenderá a lo largo de 164 de los 340 km de frontera compartidos entre ambos países en la isla La Española. Este está formado por torres de vigilancia de 9 metros de altura, un muro de concreto de 20 cm de espesor y 1.50 metros de altura, seguido por una verja de casi 2 metros.
Abinader destaca la reducción del robo de ganado, motocicletas y vehículos en algunas zonas gracias a este proyecto y promete extender la construcción a áreas montañosas en caso de ser reelegido.
A pesar de las críticas de los activistas, Abinader no encuentra oposición significativa, ya que su principal rival también apoya medidas migratorias estrictas y la mayoría de la población respalda su gestión, según encuestas.
Aunque algunos creen que el muro podría tener cierto control simbólico, otros dudan de su eficacia en caso de un aumento de la violencia en las áreas fronterizas. Expertos consideran que este tipo de infraestructuras no detienen la presión migratoria y que la corrupción también es un factor importante en la zona.
"Un negocio"
Las fuerzas armadas han aumentado su presencia en la frontera durante la última crisis en Haití, con soldados en puestos de control y el acceso al muro restringido. Sin embargo, la corrupción sigue siendo un problema, con casos de sobornos a guardias para permitir el cruce ilegal de personas por la frontera.
A pesar de la construcción del muro, muchos comerciantes y habitantes de la zona fronteriza señalan que los contrabandistas siguen encontrando formas de eludir los controles, lo que pone en duda la eficacia a largo plazo de esta barrera física.
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