Temperatura de seis grados bajo cero, la nieve crujiente bajo las tablas y un grupo de niños, aprendices de esquiadores, lanzándose por la pista ataviados con cascos antes de remontar en el telesquí. Y sin embargo, algunos de ellos nunca han visto una montaña.
La escena tiene lugar en una pista de nieve cubierta cerca de una autopista en Zoetermeer, en la zona occidental de Países Bajos, cuyo punto de mayor altitud se halla a solo 322 metros sobre el nivel del mar.
Una apacible temperatura de 20ºC en este mes de mayo abraza la cercana playa de La Haya, pero los neerlandeses tienen tal pasión por los deportes de invierno que no dudan en cambiar las chanclas y el pantalón corto para deslizarse sobre la nieve.
El sorprendente regreso a la competición del antiguo número 1 del esquí alpino, el austríaco Marcel Hirscher, esta vez con los colores de Países Bajos, la nación de su madre, alimenta un poco más el entusiasmo por el esquí.
"Él vino no hace mucho", recuerda entre risas Mandy van der Vlist, de 25 años, que se ocupa del alquiler del material.
Países Bajos es reputado por sus éxitos en patinaje sobre hielo, pero ningún otro país tiene tantos complejos de esquí 'indoor' por habitante: 7 centros para 18 millones de habitantes, destaca Herbert Cool, portavoz de la Federación Neerlandesa de Esquí (NSkiV).
Los amantes de ese deporte cuentan para su práctica con 15 pistas de esquí con nieve artificial y 60 pasillos rodantes para perfeccionar la técnica.
"Los deportes de invierno son muy populares aquí, 1.1 millones de neerlandeses acuden cada invierno a los Alpes para practicar deportes de invierno", explicó Cool para la AFP.
"Forma parte de la cultura neerlandesa acudir a la nieve al menos una semana al año, es ameno y no nos molesta viajar un poco para disfrutar", explica.
La federación de esquí, que en un primer momento creyó que se trataba de una broma, está encantada de contar bajo sus colores con Marcel Hirscher, ganador de numerosas medallas mundiales y olímpicas.
"Recuperamos no solo a alguien con un palmarés excelente, sino que es también una fuente de inspiración", celebró Cool, de 39 años, antiguo biatleta, ilusionado con la perspectiva de ver a Hirscher esquiando para Países Bajos en Juegos Olímpicos o en la Copa del Mundo.
"Marcel Hirscher? No lo conozco". Piotr, un polaco que habita en Países Bajos desde hace 15 años, llega a pies del telesquí junto a su hijo Jan. Ambos encadenan los descensos de la única pista roja, de 300 metros, con una pendiente del 20%.
"Está bien, pero en la montaña hay más pistas", confiesa el vástago de 12 años.
"Después de dos horas en la misma pista uno comienza a aburrirse un poco, pero la ventaja es que vivimos a 20 minutos", explica su padre, un científico de 45 años.
Una de las más apasionadas por el esquí es Patricia Cregten-Escobar, una colombiana de 43 años casada con un neerlandés, que aprendió a esquiar en Zoetermeer.
"Me encanta el esquí y desde hace seis meses vengo casi todos los días", cuenta.
Afuera, el sol calienta los coches en el aparcamiento, donde los esquiadores guardan en los maleteros material y ropa de abrigo.
Patricia reconoce que la situación es un poco "bizarra", en un momento en que la práctica del esquí suscita debate a causa del calentamiento climático.
"SnowWorld trabaja muy duro en la sostenibilidad", declara Herbert Cool. "Pero el hecho es que hay un refrigerador gigante aquí y que afuera hace 20 grados", reconoce.
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