El fenómeno climático conocido como El Niño, que fue uno de los principales impulsores de las altas temperaturas globales del año pasado, está casi desaparecido y está siendo reemplazado por su opuesto, La Niña. Dependiendo de dónde vivas, esto puede ser un alivio o no. Se esperan temperaturas superiores a lo normal en todo Estados Unidos durante el verano de 2024. La Niña puede contribuir a condiciones climáticas que favorecen la formación de huracanes a lo largo de las costas del Atlántico y del Golfo de EE. UU.
La Niña y El Niño son dos extremos de un patrón climático recurrente que afecta el clima en todo el mundo. Durante La Niña, las temperaturas en el Océano Pacífico oriental se enfrían, lo que puede tener un impacto en la atmósfera a nivel global. Este fenómeno modifica la circulación atmosférica, generando condiciones más tormentosas en algunas áreas y más secas en otras.
La transición de El Niño a La Niña este año se espera que sea rápida, posiblemente a finales del verano. La presencia de La Niña puede prolongarse por varios años y su impacto en la formación de huracanes puede ser significativo, reduciendo la cizalladura del viento y facilitando el desarrollo de tormentas tropicales.
Por otro lado, La Niña puede afectar negativamente a regiones propensas a sequías, como el suroeste de Estados Unidos. Las fluctuaciones entre El Niño y La Niña, sumadas al cambio climático, pueden tener consecuencias significativas en la temperatura global y en los patrones de precipitación a largo plazo.
En el hemisferio sur, La Niña provoca efectos opuestos a los del hemisferio norte, con consecuencias como sequías en algunas zonas y lluvias intensas en otras. El cambio climático también está influyendo en el impacto de La Niña y El Niño, exacerbando la tendencia hacia un calentamiento global.
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