jueves, junio 26, 2025
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Editoriales

¿Por qué deberías quitarte los zapatos al entrar a casa

Quitar los zapatos antes de entrar en casa es un gesto cotidiano en millones de hogares alrededor del mundo. Para algunos, es una muestra de respeto o comodidad; para otros, una norma inquebrantable heredada de sus ancestros.

Pero detrás de lo que parece una simple rutina doméstica, hay siglos de historia, jerarquía social, simbolismo religioso y, más recientemente, evidencia científica.

En culturas como la japonesa, la musulmana, la hindú o la escandinava, descalzarse al cruzar el umbral del hogar es ley.

La práctica tiene raíces que se remontan a civilizaciones antiguas de Asia, África y Europa, donde quitarse el calzado no solo evitaba traer el lodo del exterior, sino que representaba una purificación simbólica: dejar fuera la suciedad, lo impuro y, en algunos contextos, lo mundano.

La arquitectura tradicional de países como China o Japón reforzó esta costumbre: viviendas de suelos bajos, sin sillas, donde se comía y dormía sobre esteras o tatamis. En esas condiciones, traer polvo o bacterias del exterior se volvía, más que una falta de etiqueta, un acto de insensatez.

La religión

La religión también ha tenido un papel clave. El budismo, el hinduismo y el islam promueven el despojo del calzado como señal de respeto y pureza. En templos y mezquitas, los zapatos se dejan en la entrada. En muchas casas, también.

Durante la pandemia del COVID-19, el hábito cobró relevancia global. Países como España lo recomendaron oficialmente para reducir riesgos de contagio, y volvió a ser tema de conversación en medios y redes sociales.

Pero ¿qué dice la ciencia? Investigadores como Jonathan Sexton, de la Universidad de Arizona, han detectado en los zapatos bacterias como E. coli, Clostridium difficile o Staphylococcus aureus, algunas potencialmente peligrosas para bebés o personas inmunodeprimidas. Aun así, aclaran que, para un adulto sano, el riesgo es bajo.

  • El acto de quitarse los zapatos en casa, entonces, más allá de su origen simbólico, tiene una base pragmática.

La ciencia no exige, pero tampoco desaconseja. Para muchos, es simplemente una forma de mantener el piso limpio. Para otros, es un gesto de respeto, un ritual de transición entre el afuera caótico y el adentro íntimo.

Y como recuerda la escritora Margarita Gokun Silver, en su infancia en la URSS quitarse los zapatos “no era una elección, era una regla no escrita”. Tal vez esa sea la clave: más que una imposición, una tradición que se transforma en costumbre… y que, al final, habla de quiénes somos dentro de casa.

Fuente: Diario Libre

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