El merengue está de luto. Robert Hubert JeanD’or Bermúdez, conocido musicalmente como Robert Jeand’or, falleció este miércoles en Aruba tras una prolongada lucha contra el cáncer de próstata. Tenía 71 años.
Jeand’or no fue solo una figura internacional del merengue, sino un puente entre culturas musicales. Nacido el 10 de mayo de 1954 en el barrio Madiki, Aruba, hijo de Francisco Reinier JeanD’or, oriundo de Curaçao, y Cecilia Bermúdez, de Aruba, su infancia estuvo marcada por la música. Desde niño tocaba cuatro, luego guitarra, y encontró en el bajo una voz que lo acompañó durante toda su carrera.
Jeand’or ganó reconocimiento pronto en Aruba, al ser coronado Rey de Tumba en 1978, con su canción “Bolombonchi”, y repetidas veces entre 1976 y 1978 obtuvo el premio Tumba durante carnavales locales.
Su talento llamó la atención más allá de su isla natal cuando Johnny Ventura lo invitó a radicarse en República Dominicana, donde se integró a orquestas clave como Los Hijos del Rey y el Combo Show de Johnny Ventura. Con ellas grabó éxitos que ahora forman parte del repertorio clásico del merengue: “Yo me dominicanizo”, “Oye Puchula”, “Rebeca”, entre otros.
En estudios de grabación, Jeand’or llegó a ser figura central: arreglador, corista, bajista, voz de apoyo, participe en producciones dominicanas y latinoamericanas. Su aporte al género fue valorado tanto por su diversidad como por su constancia.
La noticia de su muerte generó mensajes de pesar entre colegas dominicanos y arubeños. El compositor Mario Díaz lo definió como “el arubeño más dominicano del siglo XX”.
Joe Veras, cantante de la Orquesta Joven, dijo que Jeand’or fue “mentoria en el mundo de los coros” y un consejero personal.
Jeand’or deja una obra que fue puente musical: no solo canciones, sino también producciones, arreglos y colaboraciones que cimentaron su presencia en la industria. Su identidad bicultural, arubeña de nacimiento, dominicana de adopción musical, se convirtió en parte fundamental de lo que fue su estilo y su beat.
Salud
- Robert Jeand’or estuvo enfrentando su enfermedad con discreción, manteniendo su carrera viva hasta donde su salud lo permitió. Su muerte se une a la lista de pérdidas que golpean al merengue, pero su voz, sus arreglos y su huella siguen resonando en quienes siguieron su música.
- Hoy se despide no solo un nombre, sino un legado: de colaboraciones, de ritmo caribeño, de puentes entre pueblos. El merengue lo recordará, Aruba lo extrañará, y República Dominicana le agradecerá lo que dio.
Fuente: Diario Libre
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