En la madrugada del domingo, Jerusalén fue sacudida por estallidos y sirenas antiaéreas después de que Irán lanzara cientos de drones y misiles balísticos y de crucero hacia Israel, en una misión de represalia sin precedentes que aumenta la posibilidad de una guerra regional en Oriente Medio. Según un portavoz militar, más de 300 artefactos fueron lanzados, pero el 99% de ellos fueron interceptados.
Irán lanzó 170 drones, más de 30 misiles de crucero y más de 120 misiles balísticos, según el contralmirante Daniel Hagari, quien calificó la respuesta israelí como un éxito estratégico significativo. Algunos misiles balísticos alcanzaron territorio israelí, causando daños menores en una base aérea.
En el sur de Israel, una niña de siete años resultó gravemente herida en una población beduina árabe, aparentemente por un ataque de misiles. Mientras tanto, en Washington, el presidente Joe Biden mencionó que las fuerzas estadounidenses ayudaron a Israel a derribar la mayoría de los drones y misiles, prometiendo convocar a aliados para desarrollar una respuesta unificada.
Este ataque iraní ocurre luego de un presunto ataque israelí en Siria que acabó con la vida de dos generales iraníes, marcando la primera ofensiva militar directa a gran escala de Irán contra Israel. Las críticas desde la comunidad internacional no se hicieron esperar, con Francia, Reino Unido y Alemania expresando su preocupación ante la posibilidad de una escalada militar.
El ejército israelí afirmó que su sistema Arrow tuvo un papel importante en las intercepciones y mencionó la participación de "socios estratégicos". Asimismo, Estados Unidos desplegó aviones y destructores de defensa contra misiles balísticos para apoyar la defensa de Israel, según palabras de Biden.
Irán, por su lado, emitió una advertencia tanto a Israel como a Estados Unidos, prometiendo una respuesta severa ante cualquier tipo de apoyo que perjudique los intereses del país. Todo esto ocurre en un contexto tenso entre Israel e Irán, con antecedentes de hostilidad en la región.
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