En ocasiones, las vocaciones se presentan como una revelación. Este fue el caso de Álvaro Castillo Granada, quien desde su adolescencia ya sabía cuál era su verdadera pasión. Con una intensa pasión por la lectura, supo desde muy joven que su destino era convertirse en librero.
Su primera experiencia laboral en una librería de libros nuevos ocurrió cuando apenas tenía diecinueve años, gracias a la oportunidad que le dio la dueña del negocio un 30 de noviembre de 1988. Tras diez años como empleado, decidió emprender junto a unos amigos su propia librería: San Librario Libros, ubicada en Bogotá, Colombia. Este espacio se especializó en la compra y venta de libros usados, inicialmente basado en sus propios gustos literarios y luego en las demandas de los clientes.
Uno de los mayores logros en su carrera como librero fue ser el librero de Gabriel García Márquez, quien cariñosamente lo apodó "Librovejero". Su relación con el escritor comenzó a finales de los años noventa a través de Eligio, hermano de García Márquez, y se mantuvo a lo largo de los años. Este vínculo se consolidó, principalmente, en encuentros en Cuba, donde García Márquez solía buscar libros raros y ediciones específicas en San Librario.
Desde 1995, Álvaro ha visitado regularmente Cuba, donde ha desarrollado relaciones culturales y artísticas, publicando obras de más de treinta autores cubanos. Además, ha donado su colección personal de Gabriel García Márquez a la Biblioteca Nacional de Colombia, dando acceso a esta preciada colección al público.
Personalmente visité San Librario en mi último viaje a Bogotá y encontré joyas literarias como la primera edición en español de Lolita de Sur en 1959, un libro de ensayos de Max Henríquez Ureña, y poemarios de León de Greiff y Rafael Maya, ambos con dedicatorias manuscritas. Además de adquirir tesoros literarios, disfruté de una enriquecedora conversación con Álvaro, un apasionado librero que contagia su amor por los libros a todos sus visitantes.
Gracias a su dedicación, Álvaro extiende el viaje de muchos libros hacia nuevos destinos, llenos de historias y emociones que siguen transformando a quienes los leen.
Fuente: Diario Libre
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.
, por ello se refiere a esa relación como una amistad cubana. Álvaro empezó a ir a la isla antillana a partir de 1995 y no ha dejado de visitarla desde entonces. Allí pasa cuatro meses al año y ha cultivado diversas relaciones culturales y artísticas. Dice que se identifica plenamente con el poema Dos patrias de José Martí. También ejerce de editor y ha publicado a más de treinta autores cubanos.La generosidad también forma parte de sus virtudes. Cedió su colección personal de Gabriel García Márquez a la Biblioteca Nacional de Colombia, la que puede verse justo al lado de la máquina de escribir que utilizó el autor en Cien años de soledad, el diploma y medalla de su premio Nobel (donados por la familia).En mi reciente viaje a Bogotá, llegué por referencia a San Librario. De allí salí con la primera edición en español de Lolita, publicada por Sur en 1959, un libro de ensayos que desconocía de Max Henríquez Ureña, De Rimbaud a Pasternak y Quasimodo, y con dos poemarios de dos insignes poetas colombianos, León de Greiff y Rafael Maya, ambos con dedicatorias manuscritas —a lo mejor de posibles viejos amantes—. Además de salir cargada de tesoros, me queda en el recuerdo una rica conversación con alguien que disfruta lo que hace y lo vive con pasión. Gracias «Librovejero», pues con su oficio extiende el viaje de muchos libros hacia nuevas rutas, impregnados de almas, sentimientos y emociones pasadas que esperan seguir transformándose.){kind=link}