domingo, diciembre 22, 2024
spot_imgspot_img

TOP DE LA SEMANA

EXPLORA MÁS

El arte de la galería en República Dominicana: un mundo de oportunidades, historia, comunidad y amor por el arte

En el redondel, las características de virilidad y gallardía que algunos atribuyen al gallo, desaparecen rápidamente. En la pelea, que dura no más de 10 minutos, ambos oponentes se muestran frágiles y tambaleantes, tratando de ganar una pelea que comenzaron con todo el vigor y el coraje que les permite su pequeño cuerpo cubierto de plumaje brillante.

Los gallos llegan al redondel de manera brusca, encerrados en una caja transparente que desciende lentamente desde la parte alta del coliseo hasta el centro del espacio donde se llevará a cabo la pelea. Allí, a la vista de todos, son pesados para que tanto los apostadores como el juez de la valla puedan verificar que se trata de una pelea justa (el animal no tiene voz), ya que son dos ejemplares de edad y peso similar.

Después de una breve provocación con un tercer ejemplar, los gallos se colocan a cada lado, según el color, blanco o azul, de la cinta que llevan en sus patas, y dan inicio a un duelo a muerte que, si tienen suerte, podrán entablar la pelea y sobrevivir. De lo contrario, uno resultará gravemente herido, aunque su oponente también suele quedar golpeado y ensangrentado.

Allí, entre el bullicio de los apostadores y del público, se desarrolla un único escalafón de un negocio que mueve pasiones, pero también una cantidad de dinero que nadie se atreve siquiera a estimar. Ser gallero en República Dominicana abarca desde la crianza hasta la exportación de ejemplares a precios variados que pueden llegar a los 25,000 dólares.

Hasta 5,000 por una silla

El costo de entrada o silla en una gallera puede ser desde 500 a 5,000 pesos, dependiendo de la categoría. En el Coliseo Gallístico de Santo Domingo Alberto Bonetti Burgos, los precios van desde 4,000 a 5,000 por asiento (según la altura de la silla con respecto al redondel) para una noche con entre 40 y 70 peleas, según explica su presidente Nelson Hernández.

Los socios del coliseo, un club exclusivo de 204 miembros, no pagan entrada, ya que la inscripción de un millón de pesos los exime. Esa noche en particular no había mucho público, ya que la cartelera se limitaba a peleas de gallos viejos, aquellos con más de una batalla en el redondel o con dos o tres años de edad. Sin embargo, en los otros tres días de juego, el coliseo puede llenar sus 700 puestos.

El coliseo también ofrece el servicio de marcar los pollos que algún día participarán en la pelea, cobrando 100 pesos por cada registro. En un mes pueden llegar a marcar hasta 10,000 pollitos.

Hernández menciona los gastos del coliseo en mantenimiento, empleados e impuestos, destacando que tienen alrededor de 70 empleados a los que se les provee seguro médico, plan de pensión, comida y donaciones a entidades benéficas.

En cuanto a las apuestas, Hernández comenta que no tienen control sobre ellas, ya que los gallos se apuestan con un mínimo de 10,000 pesos cada uno ante el juez de valla, y las apuestas adicionales se realizan entre los jugadores.

Billetes por los aires

"¡Vamos!, ¡vamos!", grita uno de los espectadores en el coliseo mientras dos gallos se enfrentan y las apuestas vuelan por el aire. La escena se repite pelea tras pelea, con billetes de alta denominación en juego.

Fuera del área de pelea, el ambiente es de celebración, con música en vivo, alcohol y comida compartida entre dominicanos y extranjeros, políticos y empresarios que comparten su pasión por los gallos.

Desde la época de la Colonia

La presencia de los gallos en República Dominicana se remonta a la llegada de los españoles a la isla en el año 1500. Esta tradición ha perdurado a lo largo de la historia, convirtiéndose en uno de los principales entretenimientos del país.

La cultura del gallerismo ha permeado incluso en la política, con partidos identificándose con gallos de pelea. Durante la pandemia del COVID-19, las galleras fueron de los primeros establecimientos en reabrir sus puertas en medio del cierre de otros negocios.

Los galleros dominicanos disfrutan de una legalidad que no se encuentra en países como Estados Unidos o Brasil, gracias a la Ley de Protección Animal que permite las lidias de gallos como excepción.

Edmond Elías hijo, empresario y gallero, comenta: "Uno participa en esto porque le gusta, porque hace de esto un estilo de vida, pero realmente los que se benefician son los empleados, los cuidadores, la mano de obra que genera, la medicina que se vende, la comida que se consume gallo… Aquí nadie se hace rico jugando gallo".

Galleras por doquier

El gallerismo se extiende por todo el país, desde los patios de los campos hasta las galleras más prestigiosas de las ciudades. La afición a los gallos de pelea une a ricos y pobres en una pasión compartida, donde el entretenimiento y la diversión ocupan un lugar central.

Según José Izquierdo, se estima que existen alrededor de 1,650 galleras a nivel nacional, generando unos 40,000 empleos directos y moviendo alrededor de 300 millones de pesos mensuales. En el Ministerio de Deportes y Recreación se registran 1,449 galleras, siendo Santiago la demarcación con mayor número de establecimientos.

El comisionado de Gallos del Ministerio indica que se trabaja en un plan de regulación para controlar la actividad de las galleras y garantizar un seguimiento adecuado de las mismas.

La venta es el negocio

Los gallos de pelea representan la virilidad y la gallardía, y para algunos, como José Izquierdo, se han convertido en un negocio. Criar y vender gallos para pelea es una actividad lucrativa, donde la genética y el entrenamiento determinan el valor de un ejemplar.

La exportación de gallos desde República Dominicana es un negocio en crecimiento, con un promedio de precio de exportación de unos 300 dólares por animal. Algunos ejemplares especiales pueden costar mucho más, llegando incluso a cifras como 50,000 dólares.

El gallerismo no está exento de riesgos, con casos de robos de gallos de pelea que pueden representar pérdidas significativas para los propietarios. La regulación de la actividad es un tema pendiente, con llamados de los galleros a una mayor supervisión y control del sector.

Website | + posts

Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.

Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.

spot_img

RELACIONADAS