Los traficantes de drogas están ampliando sus actividades ilícitas hacia delitos ecológicos, como el contrabando de especies silvestres y la extracción ilegal de recursos, causando un impacto negativo especialmente en las mujeres. Así lo indica el último Informe Mundial sobre Drogas 2024 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), publicado recientemente.
El documento advierte que la conexión entre la economía de la droga, otras actividades ilegales y los conflictos armados incrementa la inseguridad humana, desestabiliza comunidades locales y afecta negativamente entornos frágiles. La corrupción y la inestabilidad política empeoran la situación, socavando la gobernanza, la seguridad y la estabilidad medioambiental.
Degradación medioambiental
Este fenómeno es más preocupante en zonas fronterizas como el Triángulo Dorado (Birmania, Laos y Tailandia) y las fronteras entre Argentina, Brasil y Paraguay, donde los delincuentes se asocian con grupos armados para blanquear dinero, traficar drogas y recursos ilegales. Estas acciones contribuyen a la deforestación, vertidos de residuos tóxicos y contaminación química, particularmente evidente en el Triángulo Dorado con estimaciones de residuos de la producción ilegal de metanfetamina entre 1,900 y 3,800 toneladas métricas anuales.
Las mujeres, especialmente en contextos de pobreza y conflicto, se ven especialmente afectadas al ser coaccionadas y explotadas por organizaciones criminales, enfrentando altos riesgos de abuso físico y sexual. Muchas son utilizadas como mulas para el contrabando de drogas, resultando en graves consecuencias legales y continuando en situaciones de explotación y violencia.
Fuente: Diario Libre
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