martes, julio 29, 2025
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Editoriales

El plan silencioso de China: dominar el mundo con microchips que Occidente desdeña

Zonas industriales especializadas en semiconductores.

Fondos locales de innovación (apoyados por el Big Fund nacional).

Paquetes de subsidios y préstamos con intereses ultrabajos.

Programas de reclutamiento académico y migración dirigida de ingenieros desde Taiwán, Corea y Estados Unidos.

Esta red de apoyos crea una competencia interna casi “darwiniana”: cada autoridad provincial financia sus propios “campeones” (a menudo startups) con la esperanza de que alguno se convierta en líder global.

Factores de competitividad: unicornios y redundancia

La masiva inversión pública ha llevado a una explosión de capacidad productiva doméstica. Entre 2020 y 2024 China triplicó su producción de chips de 28–90 nm, con más de 60 nuevas fábricas iniciadas en ese lapso. Las empresas locales aprenden sobre la marcha y desarrollan habilidades propias en herramientas EDA, obleas de 200 mm, pruebas y ensamblado.

El análisis de mercado señala tres factores que hacen robusto este sistema chino:

Redundancia productiva: cada región construye capacidad excedente para atraer pedidos, creando un colchón de stockanti-shock”.

Cadena interregional especializada: centros de producción conectados (oblea en Jinan, ensamblado en Nanchang, pruebas en Suzhou, etc.) que dependen unos de otros, pero son autosuficientes internamente.

Seguridad económica proactiva: los chips maduros se consideran “infraestructura crítica”, lo que garantiza soberanía industrial aun en escenarios de decoupling tecnológico con Occidente.

No obstante, el modelo presenta riesgos. El exceso de capacidad descoordinado puede saturar el mercado y dejar obsoletas muchas fábricas. Por eso conviven “zombis” y “unicornios”: empresas que sobreviven solo por los flujos públicos, frente a otras que escalan gracias a buenas conexiones más que a la innovación.



¿Por qué apostar por chips menos avanzados?

A simple vista, enfocarse en nodos maduros puede parecer algo defensivo. En realidad, estos chips representan el grueso del mercado mundial: entre el 70% y 80% del volumen global de semiconductores se basa en tecnologías anteriores (≥28 nm). Son los componentes esenciales de multitud de dispositivos cotidianos y estratégicos, por ejemplo:

Sistemas avanzados de asistencia al conductor (ADAS) en automóviles.

Electrónica industrial, de consumo y ferroviaria.

Infraestructura energética (redes inteligentes, estaciones de energía).

Telecomunicaciones heredadas (circuitos 4G/5G baseband).

Aplicaciones militares (radares, misiles, drones).

Controlar estos nodos maduros le permite a China reducir la dependencia de fundiciones extranjeras críticas como TSMC, UMC o GlobalFoundries, y soportar mejor las sanciones y restricciones a tecnología punta.

Prácticas disruptivas y respuestas globales

Diversos análisis señalan que China también aplica tácticas agresivas en este segmento. Por ejemplo, un informe de Wealth Magazine (Lin Hung-ta) apunta a prácticas distorsivas: dumping sistemático de chips maduros por debajo del costo de producción financiado con subsidios estatales (una práctica desleal en la que un actor vende productos en el extranjero a un precio inferior al costo de producción), y la adquisición forzada de tecnologías extranjeras mediante ingeniería inversa y contratación de expertos.

Ante esto, Taiwán y EE UU actúan de forma coordinada: Taipei endurece los controles de exportación de conocimientos y técnicos hacia China continental, y gigantes como TSMC y UMC diversifican su producción fuera de la región. Washington, por su parte, tras aprobar el CHIPS Act y sancionar a SMIC, evalúa incluir en la lista negra a proveedores de equipamiento para procesos maduros (>14 nm). En conjunto, la comunidad democrática busca frenar los efectos de esta estrategia china.

Un proyecto geoeconómico a largo plazo

En síntesis, la estrategia de China con los chips maduros no es un recurso provisional, sino un ambicioso proyecto geoeconómico de largo plazo. Mientras Occidente corre tras chips de 3 y 2 nm para IA y centros de datos, Pekín construye silenciosamente la columna vertebral de una nueva infraestructura industrial: resiliente, escalable y potencialmente dominante en los segmentos de mayor volumen. El desafío futuro no será solo competir en innovación de vanguardia, sino defender también un modelo de comercio equitativo en un mundo cada vez más marcado por la estatización de tecnologías críticas.

Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.

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