Los procesos en el deporte sustentan la posibilidad de alcanzar objetivos duraderos. Respetarlos, en estos tiempos en los que se busca el éxito con desmesura y se le llama fracaso a cualquier traspiés, es meritorio. La continuidad, precisamente, era algo que le venía faltando a nuestro seleccionado nacional desde hace mucho. Los cambios constantes de entrenadores se reflejaban en el ánimo de un colectivo que veía cómo los resultados se escapaban un partido tras otro.
Las cosas no es que parecen haber cambiado con la llegada de Marcelo Neveleff; viendo lo alcanzado hasta hoy, la realidad que vivimos en este presente es otra. El técnico argentino ha sabido manejarse con el estoicismo necesario para traducir su idea de trabajo con paciencia, surcando los problemas que provocan la desesperante idiosincrasia de nuestro fútbol.
El sábado volvimos a ganar con goleada, sabiendo que Bermuda había ganado su compromiso. La victoria con amplio margen era uno de los propósitos que se buscaba para robustecer un diferencial de goles que permitiera llegar al juego de mañana cubriendo cualquier tipo de imprevisto y se logró.
Nos encontramos a un pasito de sacarnos ese ‘fukú’ de arriba, de desenredar una trama que por muchos años nos veía caer ante cualquier rival caribeño sin importar su nivel. El desenlace parece de serie, porque justo el guion del último capítulo marca que hoy toca de nuevo contra los bermudeños en el mismo estadio de aquel triste 24 de marzo de 2019; más de cinco años después: una revancha no contra ellos, sino contra nosotros mismos.
Acompañar a la clasificación a la Copa de Oro 2025 con los tres puntos sería la mejor manera de recompensar el compromiso asumido por este grupo compuesto por los de acá y los de allá sin diferencias ni sesgos manidos, todos juntos, muchachos que se emocionan abrazados cantando el himno, conscientes de lo que están a punto de conseguir.
A horas de comenzar la cosecha, para todos ellos, para Marcelo y su staff, desde acá estas líneas de agradecimiento por la entrega y la dedicación, por hacernos orgullosos; porque lo recolectado en la cancha era un pendiente que tenía nuestro fútbol con la historia.
Fuente: Diario Libre
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