En la actualidad, ir al cine en la República Dominicana ha dejado de ser una actividad exclusiva para cinéfilos. La oferta cinematográfica, cada vez más variada, ha transformado esta experiencia en una costumbre familiar.
“Indudablemente el cine sigue siendo la principal actividad de entretenimiento para la familia y creo que por eso sigue estando en plazas, centros comerciales; es una forma de aglutinar todas las ofertas en un solo lugar y es divertido. Es positivo y creo que a nivel comercial eso también ayuda”, reflexiona Ysidro Eduardo García Rodríguez, crítico de cine, docente de Apreciación Cinematográfica en la Universidad Iberoamericana (Unibe), y jurado del Festival de Cine Global Funglode y del Festival de Cine Fine Arts.
“Sí, tú comes, puedes comprar algo en las tiendas y están integrando los supermercados. O sea, creo que también a nivel de ciudad y de organización ayuda mucho porque no te tienes que trasladar”, añade, destacando el carácter funcional del cine moderno.
José D’ Laura, votante de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood y director del Cine Club del Centro León, quien recientemente presidió el jurado del Festival de Cine Fine Arts, aporta otra perspectiva: el cine como ritual social.
“Hay que entender que el cine es una actividad social. No es lo mismo ver una película en streaming en la casa o en cualquier otro formato, porque puedes verla hasta en ropa interior. Ahora, ir al cine, ir con la familia, implica todo un proceso social de que hay que cambiarse, hay que vestirse, hay que trasladarse, probablemente luego hay que compartir una cena. Entonces eso habla de un elemento común que es el cine, que en el contexto en que lo estamos viendo sirve como elemento integrador de una familia. Si vamos a ver una película, qué sé yo, una cinta de dibujos animados, entonces luego resulta que con la cena eso se convierte en una conversación sobre una película. Y en que los niños o los mayores pueden preguntar en torno a la película alguna de sus ideas”.
De acuerdo con registros del Archivo General de la Nación, el 6 de agosto de 1971 marcó un hito en la historia del cine nacional: la inauguración del Cine Triple, el primero con sala múltiple (tres), ubicado en la George Washington con Félix Mariano Lluberes, justo al lado de lo que hoy es el Ministerio de Cultura. En aquel entonces, Santo Domingo contaba con siete salas de estreno, concentrando la mayoría de los espacios de exhibición en la capital.
En julio de 2024, la Asociación Dominicana de Profesionales del Cine (Adocine) presentó un análisis sobre el impacto de la Ley de Cine la No. 108-10. En su informe se destaca que actualmente operan 20 cines en el país, con un total de 138 pantallas de exhibición.
Las ciudades que cuentan con estas salas son Santo Domingo, Santiago, Bonao, Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Higüey, La Romana y Bávaro. En octubre se añadió el de San Francisco de Macorís.
¿Existe un monopolio?
Tras el cierre casi total de las salas de Palacio del Cine (incluyendo Bella Vista Mall, Ágora Mall, Blue Mall, entre otras) y la adquisición de las últimas que quedaban (las de Sambil) por parte de Caribbean Cinemas en mayo de 2024, muchos se preguntan si se ha establecido un monopolio en la industria cinematográfica dominicana.
Sin embargo, D’ Laura es claro: “No existe como tal. Cualquier grupo económico que decida meterse dentro del cine tiene las puertas abiertas, pero debe entrar con un criterio de inversión, con una estrategia de comercialización factible. Pienso que siguen existiendo las mismas opciones de ver películas, porque lo que hemos tenido tradicionalmente es que unos pocos títulos se repiten en todos los centros cinematográficos”, asegura.
Para García Rodríguez, sin embargo, el panorama es menos equilibrado: “Actualmente Caribbean Cinemas es tripartito, ellos manejan la exhibición, la distribución y también la producción. Es un aspecto que no se puede ignorar”.
Para D’ Laura las salas de cine de República Dominicana tienen un nivel accesible, respecto a otras naciones.
“Pienso que todavía estamos en un muy buen nivel, porque fíjate que en los últimos años ya estamos estrenando al mismo tiempo que en Estados Unidos. Entonces, una sala de estreno en Estados Unidos, en Nueva York, de buena calidad, una buena tanda, te cuesta una boleta 15 o 20 dólares. Aquí es mucho menos y posiblemente la sala está al mismo nivel y la película la tienes ahí a opción de consumo. El hecho de que tengamos la película disponible, no como hace 20 años, con una espera de dos, tres o cuatro meses después del estreno, es lo que el público valora”.
Sin embargo, a juicio de García Rodríguez, pese a toda la oferta, ir al cine aún no es algo que el dominicano común haga con frecuencia.“Si tú ves la data que ha dado del consumo cultural que ha hecho el Ministerio de Cultura y el Banco Central, el cine no genera todavía tanto. Y según data de Dgcine, solo dos millones de personas fueron el año pasado al cine. O sea, yo creo que la industria del cine va forzada en este momento porque tiene que subvencionar muchas cosas”, concluye el crítico cinematográfico.
Fuente: Diario Libre
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