En una relación saludable, es importante recordar que ambas personas deben ser tratadas como adultos y no como niños. A veces, sin darnos cuenta, podemos caer en el hábito de tratar a nuestra pareja como si fueran nuestro hijo, tomando decisiones por ellos y controlando aspectos de su vida. Esto se conoce como "parentalizar", y puede ser perjudicial para la relación.
Este patrón de comportamiento puede surgir por diferentes motivos, como problemas de autoestima o miedo al abandono, entre otros. Sin embargo, es fundamental reconocer que nuestra pareja es un adulto capaz de tomar sus propias decisiones. En lugar de dar órdenes, es importante establecer una comunicación abierta y respetuosa, compartiendo nuestras preocupaciones y emociones de manera constructiva.
Si te identificas con esta situación, es importante cambiar la dinámica. Recuerda que en una relación sana, ambos miembros se cuidan mutuamente, se respetan y se permiten ser ellos mismos. Buscar ayuda profesional, como terapia de pareja, puede ser beneficioso para trabajar en este aspecto y fortalecer la relación.
En definitiva, es fundamental liberarse de la necesidad de controlar a la pareja y permitir que cada uno sea auténtico. Una relación de dos adultos que confían, se respetan y se apoyan mutuamente es la base para una convivencia saludable y feliz. ¡Déjate ser y deja ser!
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