Se habla mucho de esos hombres que no son responsables con sus hijos, que dejan a sus mujeres y a los hijos sin ayuda, de esos que son malos padres. Pero es importante aplaudir a esos que dejan una huella profunda en la vida de sus hijos.
Hablo de los padres que se quedan, que están presentes y lo dan todo por su familia.
Hay que reconocer a esos hombres que no huyen cuando la vida se pone difícil. Que no escapan cuando el cansancio, el estrés o las dificultades económicas golpean fuerte. Que sostienen a sus familias con trabajo, con cariño, con presencia.
Muchos de ellos crecieron sin un padre cerca. Muchos vieron a sus madres criarlos solas, luchando contra la vida y contra el abandono. Pero ellos, en lugar de repetir el abandono, rompieron el ciclo. Se quedaron. Aprendieron a criar, aunque nadie les enseñó. Aprendieron a abrazar, aunque no los abrazaron.
Ingredientes para tu bienestar: gratitud y esperanza
Qué es la paternidad presente
Ser padre no es solo proveer dinero. Es estar. Es escuchar cuando tu hijo no encuentra palabras. Es corregir sin humillar. Es dar el ejemplo, incluso cuando cuesta. Es pedir perdón cuando te equivocas, porque los padres que reconocen sus errores enseñan más que los que se creen perfectos.
Hoy quiero honrar a esos padres que, a pesar del cansancio, se sientan a ayudar con la tarea, que dejan el celular a un lado para escuchar un cuento, que oran por sus hijos y los bendicen antes de dormir. Padres imperfectos, sí, pero valientes.
A los padres que están criando con amor, que buscan ser mejores cada día, gracias.
Gracias por enseñarnos que un hombre no es más hombre por ser duro, irresponsable o ausente, sino por ser fiel a su familia. Gracias por sostener, proteger y amar cuando más se necesita.
Más que regalos este día del padre, más que aplausos, lo que ustedes merecen es gratitud. Porque su presencia es el regalo más valioso que un hijo puede recibir.
Fuente: Diario Libre
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