jueves, junio 12, 2025
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Editoriales

Quieren que un cojo cargue a un paralítico

En los pasillos de la diplomacia internacional parece haberse instalado una idea tan insostenible como peligrosa: que República Dominicana debe cargar con el peso de la crisis haitiana. Diversos organismos, con discursos que suenan nobles pero carecen de realismo, insinúan o exigen que el país asuma responsabilidades que claramente superan su capacidad. Es como pedirle a un cojo que cargue a un paralítico.

República Dominicana enfrenta sus propias urgencias: un sistema de salud con serias limitaciones, una educación pública en crisis, inseguridad creciente, desempleo juvenil y una economía informal que deja a millones fuera de toda protección. A esto se suman déficits históricos en vivienda, agua potable y planificación territorial. ¿Cómo se pretende entonces que asumamos los vacíos de un Estado colapsado como Haití?

El drama haitiano es real y conmovedor. Pero también lo es la fragilidad de la República Dominicana. Nuestra frontera no puede convertirse en la última línea de contención de una tragedia internacional que la comunidad global ha decidido mirar con distancia. Asumir la carga que otros se niegan a compartir no solo sería injusto, sería suicida.

No se trata de cerrar los ojos ni los brazos al sufrimiento humano, sino de exigir que la comunidad internacional asuma su cuota. Las soluciones deben ser globales, estructurales y compartidas. Pretender que un país con recursos limitados resuelva lo que potencias han dejado pudrir es una farsa diplomática.

Si quieren soluciones reales, empiecen por Haití. No por nosotros.

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