¿Te has preguntado si tu relación te está fortaleciendo o consumiendo?
Las relaciones tóxicas son cada vez más comunes, afectando a personas de todas las edades y en distintos ámbitos. Lo complicado de este tipo de vínculos es que, a menudo, no es fácil identificar las señales y mucho menos encontrar la salida.
Los rasgos de una relación tóxica
Las relaciones, cuando son saludables, sirven como un espacio donde las personas pueden nutrirse mutuamente, crecer juntas y disfrutar del proceso.
"Una relación sana es aquella en la que ambos individuos pueden alimentar sus necesidades y mantener un compromiso mutuo con el lema de crecer y divertirse juntos", explica la psicóloga Karem González, directora de @lotuscentrointegral.
Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, ya sea por la falta de reciprocidad o por condiciones que no permiten el desarrollo de los miembros involucrados, la relación puede volverse tóxica.
Una relación disfuncional o "tóxica" se caracteriza por no cumplir con los propósitos del vínculo.
"Es una relación que no permite el desarrollo de los miembros o que sostiene un estilo de vida errático. Las relaciones tóxicas carecen de elementos básicos para la buena convivencia, como la reciprocidad, la tolerancia, la confianza, el respeto y la admiración entre las partes, espontaneidad, buena voluntad, bondad y transparencia", señala.
Una de las claves para entender por qué algunas personas tienden a caer en relaciones disfuncionales tiene que ver con el contexto en el que crecieron.
"Las personas que han crecido en familias disfuncionales son más vulnerables", asegura. En muchos casos, estas personas replican el modelo de relación que vieron en su hogar, aunque elijan una pareja que aparentemente sea lo opuesto a lo que conocieron.
A veces, eligen de forma subconsciente a alguien que sigue patrones familiares dañinos porque es lo único que conocen.
La psicóloga explica que también las personas con dificultades de apego, traumas no resueltos, duelos pendientes, o una baja autoestima, tienen mayor riesgo de verse involucradas en relaciones abusivas o destructivas.
El reto de salir
Salir de una relación tóxica puede ser un desafío mayor de lo que parece. "De adultos, elegimos parejas que recrean el escenario emocional en el que hemos crecido. Consideraremos como normales aquellas muestras de afecto (u omisiones) con las que nos relacionamos, así no sean las ideales", explica.
La dinámica de apego juega un papel crucial aquí. Las personas que han crecido en ambientes emocionalmente inestables tienden a desarrollar una tolerancia más alta a ciertos malos tratos o indiferencia.
Además, las relaciones tóxicas suelen estar marcadas por una desigualdad de poder, donde una de las partes ejerce control sobre la otra, manipulando y presionando para obtener satisfacción personal.
"Estos vínculos son de mucha intensidad emocional, que por lo general terminan por inhabilitar a la parte más débil, haciéndole sentir incompetente, insuficiente o torpe de cara al futuro", agrega la psicóloga.
A medida que pasa el tiempo, el ciclo se vuelve más destructivo y la persona atrapada en la relación se ve cada vez más incapaz de ponerle fin.

Más allá del deseo, hay que accionar
Aunque es difícil salir, no es imposible. Eso sí, se requiere más que fuerza de voluntad; se necesita una toma de conciencia, el deseo de acción y la fe de que existe una vida mejor, comenta González.
"Las personas que se deciden a terminar una relación disfuncional necesitan el apoyo de su entorno, colocar límites firmes y contundentes, y muchas veces renunciar al anhelo de que la relación funcione", subraya.
Un ejercicio que recomienda es hacerse la pregunta: "¿Qué nos sostiene juntos?". Este análisis puede llevar a la persona a la conclusión de que lo único que mantiene el vínculo es el miedo.
Cómo evitar caer en ellas en el futuro
Para evitar seguir repitiendo el mismo patrón, de atraer parejas conflictivas, González sugiere:
- No enamorarse del potencial de la persona. A veces, es más fácil quedar atrapado en la idea de la relación que en la persona misma.
- Respetar los tiempos de cada quien. No apresurar las relaciones, ni sentirse presionado por la urgencia. "El tiempo de cada uno llega cuando debe llegar", dice González.
- Confiar en la intuición. A menudo, la primera impresión es la más acertada. No hay que ignorar las señales de advertencia que el cuerpo o el instinto te dan.
- Cultivar la autoestima. Realizar actividades que te validen como una persona digna, importante y suficiente.
- Elegir personas que confíen en ti y te apoyen. Optar por rodearte de personas que nutran y que actúen como una "tribu sanadora".
- Elegir crecer a partir de las experiencias. Las dificultades y relaciones pasadas no deben ser vistas como fracasos, sino como oportunidades para aprender y mejorar.
No hay que ignorar los patrones
Si bien muchas personas han estado en relaciones que no han salido bien, un patrón repetitivo de vínculos destructivos es una señal de alerta.
"Un patrón persistente de relaciones disfuncionales es, sin duda, una manifestación de dificultades de apego, ya sea que seas tú quien inyecte caos a la relación o sea que te veas terriblemente atraído por personas erráticas, desvalidas o interesadas".
La profesional añade que, en muchos casos, las personas inconscientemente eligen a un perfil determinado de pareja esperando que, con amor y dedicación, puedan cambiar a esa persona o recibir el amor que nunca tuvieron. Pero, tal y como enfatiza González, “Para que una relación funcione, el amor no es suficiente".
Nueve conductas que indican que estás en una relación tóxica
Fuente: Diario Libre
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