domingo, diciembre 22, 2024
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Renato Opertti afirma que se requieren currículos basados en experiencias reales

Durante su participación en el seminario sobre “La formación y el desarrollo profesional docente en el contexto de transformación de la educación: oportunidades y desafíos”, Renato Opertti, presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) afirmó que los sistemas educativos de América Latina enfrentan grandes desafíos, y planteó 10 puntos claves para la transformación de la educación postpandemia, en el entendido de que el mundo anterior ya no existe.

En dicho evento, organizado por el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (Inafocam), aprovechamos para sostener un intercambio con el especialista:

-Antes de la pandemia, los sistemas educativos de América Latina confrontaban una serie de dificultades, que se agravaron con esa realidad. ¿Qué soluciones pueden asumirse para tratar de revertir esta situación?

El mundo en general es uno antes y después de la pandemia. Entonces lo que uno no puede dejar de señalar, es que no es posible retornar un mundo prepandémico porque no existe, pero tampoco las respuestas que dimos entonces eran lo suficientemente robustas, fuertes y significativas como para revertir tendencias que, en la región, que no hemos logrado responder. Problemas de calidad de los aprendizajes en los que las alfabetizaciones son fundamentales, pues son la base de todo lo educativo; así como lengua, ciencias, matemáticas.

Hay una necesidad de repensarse, porque nuestros estilos y formas de vivir actual, nuestras formas de vincularnos, de relacionarnos también han cambiado y a la vez también vivimos en un mundo insostenible; o sea, nuestro estilo de vida es insostenible para las futuras generaciones. Entonces, tenemos un tema que ya no es solamente una discusión sobre la equidad y la calidad de la educación, sino sobre cómo la educación puede ser una herramienta, un canal, un instrumento para forjar un estilo de vida civilizatorio que nos permita una sociedad más sostenible”.

-¿Cómo pueden los sistemas educativos ir transformándose?

Se debe poner énfasis en los equilibrios tensionales, entre las necesidades inmediatas asociadas a las severas consecuencias de la pandemia de COVID-19, o bien, y sin excluirla, adentrarse en una mirada más de impronta sistémica, de mediano a largo plazo, sobre cómo la educación puede ser una de las palancas fundamentales para cimentar futuros mejores, sostenibles, justos, inclusivos, democráticos y pacíficos.

La educación, además de enfrentarse a los cambios que desencadena la cuarta revolución industrial, debe enfrentarse a la imperiosa necesidad de reinventarse a la luz de cambios civilizatorios que afectan los modos de vivir, la coexistencia, el bienestar y el desarrollo entre sociedades, regiones, países, comunidades y afiliaciones”.

-¿Y todo esto cómo resume los 10 puntos claves para esa transformación?

Los sistemas educativos deben recompensarse globalmente, deben repensarse en los modos de gestionar los contenidos, en el rol docente. Su preparación y evaluación es un tema fundamental, pues el educador del futuro o del presente es a la vez un orientador del alumno, un guía, un referente, un facilitador de aprendizaje y un creador de espacios de aprendizaje amigables.

Acá hay un tema central que es cómo generamos de esta nueva educación civilizatoria, un nuevo modo de conversar, una nueva conversación entre actores distintos, no solo entre el educador y el alumno, también los padres, las comunidades, la sociedad civil, la ciudadanía, los que inciden en la política.

Lo podemos resumir brevemente en que hay que entender a las nuevas generaciones; segundo, combatir los factores asociados a las vulnerabilidades; fortalecer las empatías entre familias y educación y profundizar en una educación glocal.

También hay que fortalecer la mirada a la persona; promover valores en sinergias; apreciar la diversidad; poner la mirada en una educación que fortalezca la libertad; progresar hacia modos híbridos y revalorizar a los educadores”.

-¿Cómo entiende que deben hacerse esos cambios?

El primer punto fundamental es asumir la profundidad del cambio que hay que hacer. Y esto no significa cambiar un plan, un programa, una división, un nivel. Hay que pensarlo, idear los cambios, no por nivel, sino en función del objetivo fundamental. Por ejemplo, si el objetivo es que un niño o una niña que nace hoy en República Dominicana, en cualquier lugar del país, sur o norte, logre completar una educación básica media de calidad, qué hay que hacer para que se cumpla.

Se necesita el empoderamiento de los alumnos con el apoyo de currículos inclusivos y contextualizados, relacionados a situaciones de la vida real. Por igual un enfoque transformador del currículo como transversal a las áreas de estudios y niveles, vincular las disciplinas a la diversidad de contextos.

La enseñanza de los aprendizajes de las ciencias sociales y la historia, con foco en entender las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro y fortalecer valores universales, cultura universal de paz y participación democrática como base común a la formación de alumnos, docentes, personal educativo y comunidad.

Otro punto fundamental está en promover las competencias digitales y el acceso a la tecnología; así como también la enseñanza y aprendizaje de STEAM.

Asumir la profundidad del cambio fue tema esencial de la buena comisión que tuvimos con el ministro de Educación Ángel Hernández y su equipo, y otro equipo de la OEI, liderado por Catalina Andújar, donde discutimos justamente estos temas, para que República Dominicana sea un observatorio de una nueva forma de entender la educación y desarrollarlo en la región. Yo creo que hay algunos elementos interesantes en el planteamiento del país que se debe tener en cuenta, por ejemplo, la idea de tener un Plan Decenal.

En RD falta incluir a la familia

-Usted cita el rol del docente en la educación, pero qué podemos hacer con las familias que, en la mayoría de los casos, sobre todo en República Dominicana, están ausentes en el proceso de aprendizaje de sus hijos.

“Hay una clara relación entre el mejor desempeño de la educación y una mayor atención por parte de la familia; es decir, las familias ya no entienden que se tiene que ser parte del proceso educativo, que tienen que ser parte de las decisiones, que no pueden ser actores externos.La impresión que uno tiene es que estos temas requieren una manera diferente de encararlos. Hay que argumentarles, hay que evidenciarles la relevancia que tienen las familias y las comunidades en la educación y hay que tratar de que desde

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