martes, septiembre 16, 2025
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Editoriales

Un mismo palacio, dos formas de recibir

Las imágenes no mienten. En política exterior, los gestos dicen tanto —o más— que los discursos. Esta semana, el presidente Luis Abinader recibió en el Palacio Nacional al canciller ruso Serguéi Lavrov, en el marco de la apertura de la embajada rusa en el país. Sin embargo, el trato dispensado fue cuidadosamente discreto: una reunión de apenas 35 minutos, sin alfombra roja, sin rueda de prensa y fuera de la agenda pública. En contraste, cuando el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, visitó el país hace apenas unos meses, fue recibido con honores oficiales, cobertura mediática y una agenda claramente destacada.

La diferencia no es de protocolo, sino de postura. República Dominicana ha dejado claro dónde están sus alianzas. En un mundo marcado por bloques geopolíticos cada vez más definidos, el gobierno de Abinader se alinea sin ambigüedades con Estados Unidos, su principal socio estratégico en comercio, seguridad, migración y cooperación regional.

La visita de Lavrov, por importante que sea en términos diplomáticos, fue manejada con guantes de seda y perfil bajo. No se trató de improvisación ni de descuido: fue un cálculo. En tiempos de sanciones globales contra Moscú y de tensiones en el orden internacional, abrazar abiertamente al Kremlin sería un mensaje inconveniente. En cambio, el trato visible a Marco Rubio no solo expresó cercanía, sino lealtad.

Porque en política exterior, el silencio también comunica. Y cuando un gobierno saluda a uno y apenas posa con el otro, está hablando alto y claro. La República Dominicana puede dialogar con todos, pero ya dejó claro con quién camina.

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