María Villanueva y Gustavo Villeda se conocieron en 2019 en una iglesia de Silver Spring, un suburbio al norte de la capital de Estados Unidos, y a pesar de haberse enamorado y comenzado a salir, ella tenía dudas sobre casarse con él debido a su situación migratoria.
Villeda, originario de Guatemala, llegó a Estados Unidos de manera irregular en 2004 y este factor, que no ha podido regularizar, era lo que preocupaba a Villanueva, una mexicana con nacionalidad estadounidense, sobre contraer matrimonio con él.
Actualmente, no solo viven juntos y se casaron el verano pasado, sino que tienen un hijo en común de dos meses.
"Yo decía que nunca me iba a casar con alguien que no tuviese papeles, por miedo y por la angustia de que pudieran separarnos", explica entre risas la joven de 32 años en una entrevista con EFE desde el comedor de su casa en la pequeña ciudad de Laurel (Maryland).
Ella dejó México a los 7 años para reunirse con su padre, quien ya vivía en Estados Unidos, mientras que su esposo emigró siendo adulto con la esperanza de enviar dinero a una hija enferma que dejó en Guatemala y que está a punto de cumplir 20 años.
"No la he visto crecer y no quiero que esto me vuelva a suceder con él", dice mientras sostiene a su hijo Alfonso Jesús, que duerme en sus brazos. Ambos se encuentran en el sofá de la sala, rodeados de fotografías de su boda colgadas en la pared.
La pareja reconoce que el mayor obstáculo para regularizar la situación migratoria de Gustavo ha sido el aspecto económico. "Sufro de migrañas severas, hemos necesitado el dinero para médicos y no hemos podido destinarlo a la solicitud de regularización", enfatiza María.
Pero ahora, la incertidumbre de esta familia podría cambiar, ya que Villeda está entre los más de medio millón de migrantes aptos para beneficiarse de un programa recientemente anunciado por el Gobierno de Joe Biden para regularizar su estatus en el país.
Las medidas favorecen principalmente a las personas casadas con ciudadanos estadounidenses, condición que él cumple, y les permite iniciar el proceso para obtener un permiso de residencia en Estados Unidos.
Gustavo, aún asimilando la noticia, afirma que le ha tomado por sorpresa, pero se muestra optimista al tener una nueva oportunidad frente a él para regularizar su estatus en el país.
Apoyado en una figura legal conocida como 'parole', este permiso otorga protección ante la deportación y la posibilidad de solicitar un permiso de trabajo a quienes ya se encuentran en territorio estadounidense.
Para acceder a este proceso, la persona debe haberse casado con un ciudadano estadounidense antes del 17 de junio de 2024 y haber vivido en el país al menos 10 años.
A pesar de esta nueva oportunidad, la pareja no pierde de vista que pronto se celebrarán elecciones presidenciales en el país, lo que podría cambiar la situación. "Nos preocupa que todo esto pueda desvanecerse por un cambio de gobierno o disputas internas", comenta María. Sin embargo, están decididos a aprovechar estos meses previos a los comicios.
Con todas las dificultades en mente, ambos mantienen la esperanza y están dispuestos a seguir luchando por una solución a su situación migratoria.
Fuente: Diario Libre
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