La belleza se ha convertido en el nuevo motor del lujo. Si la moda pisa el freno, el maquillaje, el perfume y el skincare aceleran sin mirar atrás. El movimiento más reciente lo confirma: L’Oréal adquirió Kering Beauté, la división de cosmética y perfumería del conglomerado Kering, por 4,000 millones de euros.
El acuerdo tendrá una duración de 50 años y se completará a principios de 2026. Durante ese tiempo, el gigante francés ostentará la exclusiva de las licencias de las marcas del grupo fundado por François Pinault, a cambio de un pago de regalías.
Se trata de una maniobra que redefine el tablero del lujo global y concentra aún más el poder en manos del grupo que ya reina en el sector.
El reinado del 'beauty business'
El auge del sector no es casual. Según el informe State of Beauty 2025 de McKinsey & Co., la industria de la belleza crece un 7 % anual desde 2022, impulsada por una nueva relación del consumidor con su imagen y bienestar.
En España, la patronal Stanpa confirma cifras similares: un 7.7 % de crecimiento en 2024, muy por encima del de la restauración (+2 %) y casi a la par del turismo (+10 %).
“El consumidor ha transformado su manera de entender la belleza”, apuntan desde la organización. “Hoy los cosméticos y fragancias son parte del bienestar cotidiano, y el concepto de belleza ha evolucionado hacia un enfoque integral”.
Esa expansión se ha traducido en una industria hipercompetitiva, donde marcas virales nacen cada semana al ritmo de TikTok. Su éxito puede ser efímero, pero suficiente para erosionar los resultados de los gigantes tradicionales, que a menudo reaccionan con lentitud ante un público que se mueve más rápido que nunca.
L’Oréal, el titán que marca el paso
Mientras Estée Lauder recorta 7,000 empleos en un intento por reestructurar su portafolio y Coty busca vender sus líneas de consumo para generar liquidez, L’Oréal da un golpe sobre la mesa.
Con esta compra, el grupo francés (que ya controla nombres como Armani, Valentino, Prada, Miu Miu, Mugler, Maison Margiela, Ralph Lauren y Lancôme) dobla su ventaja sobre Unilever, su más cercano competidor. En 2024, L’Oréal facturó 43,500 millones de euros, casi el doble que los 24,600 millones de la multinacional británica.
El acuerdo por Kering Beauté incluye la casa de fragancias Creed, por la que Kering pagó 3,500 millones en 2023. Y también allana el terreno para futuras incorporaciones: cuando expire en 2028 la licencia de Gucci con Coty, pasará previsiblemente al paraguas de L’Oréal.
Belleza, longevidad y lujo: el triángulo dorado
Ambas compañías han anunciado que, más allá de las licencias, colaborarán en una joint venture al 50 % para explorar “oportunidades en la intersección del lujo, el bienestar y la longevidad”, tres conceptos que definen la nueva aspiración global.
El objetivo: crear experiencias y servicios de vanguardia que fusionen la innovación científica de L’Oréal con la comprensión del consumidor de lujo que domina Kering.
El movimiento supone también un giro estratégico para Kering, que había intentado construir una división de belleza propia, al estilo de su rival LVMH.
Pero el contexto financiero ha pesado más: la empresa atraviesa una etapa de reestructuración y una deuda cercana a los 9,500 millones de euros, según Vogue Business.
La operación marca el primer gran movimiento del nuevo CEO, Luca de Meo, tras la retirada de François-Henri Pinault de la primera línea. En paralelo, ha pospuesto la compra total de Valentino y ha reforzado el área creativa colocando a Demna —artífice del éxito de Balenciaga— al frente de Gucci, la joya de la corona.
Kering vende su división de belleza a L’Oréal para relanzarse
Fuente: Diario Libre
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