"Los clientes suelen hacer pedidos de enero a marzo, y nosotros enviamos los productos de abril a agosto. Para ser sincera, el periodo de producción de árboles de Navidad no es largo", comenta Jessica, propietaria de una empresa del sector en Jinhua. Los aranceles también han supuesto una inesperada ganancia para uno de sus clientes. Argumenta que el año pasado, ese minorista se perdió la mayor parte del ciclo navideño porque sus productos sufrieron un retraso prolongado en la aduana estadounidense. Esos mismos árboles, almacenados desde entonces, no están sujetos a los aranceles y podrían representar una ventaja frente a la competencia.
La fábrica de Jessica está junto a Yiwu, la pequeña ciudad china que ha sido el epicentro de la industria mundial de artículos navideños desde los años 2000 y que actualmente abastece entre el 80 y el 90% del mercado estadounidense. En las últimas semanas, medios de comunicación nacionales e internacionales han acudido a Yiwu para entrevistar a fabricantes y comerciantes, quienes expresan una mezcla de ansiedad y optimismo. Muchos se dirigen ahora a clientes de Europa, América Latina y Rusia, con la esperanza de compensar la caída en la demanda estadounidense. A veces, eso implica modificar la apariencia de las figuritas de Santa Claus para adaptarlas mejor a los gustos europeos.
Magnus Marsden, catedrático de la Universidad de Sussex y director de un proyecto de cinco años sobre el comercio exterior en Yiwu, afirma que las fábricas deben colaborar para mitigar los efectos negativos de los aranceles. Lo más importante es mantener en funcionamiento las cadenas de montaje, ya que sin empleos estables, los trabajadores que emigraron desde zonas rurales de China probablemente regresen a sus lugares de origen y no quieran volver. "Lo que están haciendo algunas empresas es derivar algunos de sus contratos a otras fábricas, especialmente aquellas enfocadas en el mercado estadounidense, con el objetivo de seguir operando", explica Marsden.
Son pocos los beneficiados
Las únicas empresas que, al menos por ahora, han escapado del impacto de los aranceles, son aquellas que venden productos con temática navideña durante todo el año. "Muchos de nuestros proveedores todavía están pensando cómo van a gestionar los aranceles, y yo he fijado precios libres de impuestos para este año. Si la situación no cambia, la mayor preocupación será en 2026″, señala Paul Brown, director de operaciones de Santa Claus House, en Alaska.
Debi Thomas, propietaria de la tienda Christmas Traditions en Los Ángeles, que lleva más de 30 años en el negocio, cuenta que aún tiene mercancía de los últimos dos o tres años: "La gente puede comprar artículos que nunca han estado sujetos a aranceles, y sin duda van a ser más baratos que lo que algunos compran ahora en las tiendas".
Pero Thomas sigue esperando que suban el precio de los nuevos productos que lleguen ya en mayo. Su tienda se abastece de muchos artículos hechos a mano procedentes de Filipinas y la India, y esos vendedores también han empezado a informarle de que los costos subirán entre un 10% y un 17% si se mantienen los aranceles generales de Trump sobre el resto del mundo.
Como pequeña empresa familiar, Thomas señala que no tendrá más remedio que trasladar ese aumento a los consumidores. Por ahora, lo único que puede hacer es esperar a que termine el drama de los aranceles: "Nos levantamos cada mañana y decimos: 'Por favor, que sea este el día en que se cancelen los aranceles. Por favor, que haya tan solo un segundo de claridad'".
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.
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