En su llavero, Hassan Nofal guarda las llaves de dos casas. Una es la de la casa de sus abuelos en lo que es hoy el sur de Israel, de donde su familia fue expulsada por las fuerzas israelíes en 1948 y a la que nunca han podido regresar.
La otra es de la casa de Nofal en el norte de Gaza, de la que tuvo que huir el año pasado después de que Israel lanzara su campaña de bombardeos y ofensivas en el territorio.
Durante los casi nueve meses desde entonces, Nofal y su familia han tenido que mudarse cuatro veces, obligados a viajar de un lado a otro de la Franja de Gaza para escapar de los ataques. Nofal dijo que está decidido a asegurarse de que su llave no se convierta en un recuerdo como la de sus abuelos.
“Si la llave de mi casa se convierte en sólo un recuerdo mientras yo sigo adelante, entonces no quiero vivir más”, dijo. “Debo regresar a mi casa… Quiero quedarme en Gaza e instalarme en Gaza con mis hijos en nuestra casa”.
Israel ha dicho que a los palestinos eventualmente se les permitirá regresar a sus hogares en Gaza, pero no está claro cuándo. Muchas casas han quedado destruidas o están gravemente dañadas.
La respuesta de Israel en Gaza, desencadenada por el ataque de Hamás del 7 de octubre contra el sur de Israel, ha expulsado de sus hogares a alrededor de 1.9 millones de los 2.3 millones de palestinos que había en el territorio antes de la guerra. La mayoría de ellos han tenido que mudarse repetidamente desde entonces para escapar una y otra vez de una serie de ofensivas terrestres a lo largo de la franja.
Cada vez ha significado un traslado doloroso a una nueva ubicación y una serie de refugios temporales hacinados —ya sea en casa de la familia extendida, escuelas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o campamentos de tiendas de campaña—. En el camino, las familias han luchado por permanecer unidas y conservar algunas posesiones. En cada sitio nuevo, deben encontrar fuentes de alimentos, agua y tratamiento médico.
En el último éxodo, la gente ha escapado de los distritos orientales de la ciudad sureña de Jan Yunis y de partes de la ciudad de Gaza, en el norte, luego de que Israel ordenara evacuaciones allí. Casi toda la población de Gaza está ahora hacinada en una “zona humanitaria segura” declarada por Israel que cubre unos 60 kilómetros cuadrados (23 millas cuadradas) en la costa mediterránea, centrada en una zona rural árida llamada Muwasi.
A pesar de su nombre, Israel ha llevado a cabo ataques aéreos mortales en la “zona segura”. Las condiciones son miserables en los extensos campamentos de destartaladas tiendas de campaña instaladas por los desplazados, en su mayoría láminas de plástico y mantas apoyadas en palos. Sin sistemas de saneamiento, las familias viven junto a estanques abiertos de aguas residuales y tienen poco acceso a agua potable o ayuda humanitaria.
Nofal, un empleado de la Autoridad Palestina de 53 años, dijo que él, su esposa y sus seis hijos huyeron de su casa en el campo de refugiados de Jabaliya, en el norte, en octubre. Primero fueron a la ciudad central de Deir al-Balah, luego a Rafah, la ciudad más sureña de Gaza. Tuvieron que huir nuevamente cuando Israel lanzó una ofensiva allí en mayo y se trasladaron a Jan Yunis. La semana pasada huyeron de Jan Yunis a una tienda en Muwasi.
“Al ser desplazados a un lugar nuevo, es difícil lidiar con los insectos y vivir en suelo arenoso”, agregó. “Nos enfermamos porque hace calor durante el día y un poco de frío durante la noche”.
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Fuente: Diario Libre
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