Al caer cada tarde, el ingeniero puertorriqueño Jorge Santiago, supervisa el lugar donde se dedica a algo que no hace por dinero, sino por orgullo: su traba de gallos de pelea.
Una década antes de que una ley federal (la ¨Farm Bill¨) declara ilegal las peleas de gallos en ese territorio estadounidense (2018), Santiago se enamoró de República Dominicana en 1998, y luego en 2009 llegó a una cartelera en el Coliseo Gallístico Santo Domingo y de inmediato se planteó establecer una base en el país.
Han pasado 16 años desde ese contacto y en el último lustro ha visto a decenas de compatriotas seguir sus pasos y establecer base de operación en Dominicana.
¨Allá mucha gente dejó los gallos. Otros vinieron aquí, trajeron sus trabas y siguen jugando normal”, dijo Santiago a Diario Libre.
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Una práctica traída a América por los españoles hace más de 500 años, en Puerto Rico el gallerismo resiste ante las amenazas federales, aunque lo hace con el temor de que en cualquier momento pueda haber cambios que lo haga desaparecer.
La llegada de Jorge Santiago a la cultura gallística fue paulatina, primeramente cuando niño vio a su padre, y después que fue mayor de edad, decidió que el fenómeno sería parte de su vida.
¨La palabra de los galleros, la emoción de las peleas… me enamoré de los gallos de pelea, a tal punto que hoy, los gallos son mi vida¨, confiesa Santiago con una amplia sonrisa.
“Los gallos se juegan por dinero o por orgullo. Yo soy gallero por orgullo”, aseguró Santiago que tiene 150 aves de pelea en su traba ubicada en Hato Damas, provincia de San Cristóbal.
LLegada al país
En 1998, Santiago empezó a trabajar en el país como gerente de operaciones de una compañía norteamericana, pero su pasión por los gallos lo llevó a traer aves de pelea por el antiguo aeropuerto de Herrera, cuando todavía no estaba prohibido hacer algo así desde Puerto Rico.
La primera vez que pisó un coliseo, fue en tierras boricua, en Isla Verde, en el año 2009.
Ya con su experiencia compartida entre las dos islas, Santiago ha encontrado similitudes y diferencias entre las peleas en el país y las que se realizan en Puerto Rico.
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PR y RD
“El detalle más diferenciador aquí es el maíz criollo, es un super alimento”, dijo Santiago al tiempo que indica que el gallo dominicano lo percibe como de mejor contextura física.
“El gallo puertorriqueño, es más picador y más espueloso (en su tren de pelea). También aquí se usan unas espuelas (“doble filo”), distintas a las de allá que son cónicas”, puntualizó Santiago, quien recuerda a un gallero fallecido, Benjamín Oquendo, que le enseñó :“el tren de pelea lo da gallo. La gallina da la raza”.
Además considera que en el país, es muy necesario, vacunar las aves para que estén libres de la peste, viruela, piojos, y parásitos externos e internos.
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Trabajo en la traba
Los elementos que componen una traba como la de Santiago, comienzan con el “hembrero” (gallinas en producción), luego pasan a los separadores para los que son machos.
Cuando ya tienen al menos cinco meses, pasan al “machero”, donde los gallos jóvenes están encerrados en un espacio más abierto pero con uno de mayor edad llamado “Cabreste”, que evita que los demás se peleen entre ellos.
Ya con un par de meses más, los gallos deben ser colocados en jaulas, en donde esperarán el tiempo óptimo para salir a pelear.
Los gallos que prefiere Santiago son los denominados “pelados” (sin cresta y barba), diferente al más común en el país que es el “tusa y barba” (sin pelar)
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Santiago señala que dependiendo de la modalidad, preparar un solo gallo puede costar entre 90 y 120 dólares mensuales.
En Puerto Rico, Santiago considera que hay que pagar más por el personal que cuida los gallos, dependiendo del acuerdo con el dueño (por porcientos de peleas ganadas o pagando una cantidad semanal).
El ingeniero puertorriqueño entiende que cualquier gallo puede ganar una pelea, pero "la suerte viene acompañada". Entiende que hay que haber invertido en los gallos. Eso conlleva trabajo, esfuerzo y dinero.
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Éxodo reciente
Aunque no es el caso de Santiago por haber estado establecido antes en el país, muchos galleros boricuas han optado por asegurar sus inversiones aquí debido a que Estados Unidos prohibió las peleas de gallos en el 2018, a través de una ley federal conocido como"Farm Bill".
Una ley estatal puertorriqueña establece que se puede seguir jugando gallos, si no hay comercio interestatal, además de que no sean comprados fuera de la isla, implementos para la crianza.
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“Sería una gran debacle económica si quitan los gallos en Puerto Rico, de eso vive mucha gente.”, dijo Santiago.
En Borinquen se retrasó la aplicación de la prohibición, pero eso no impide que los agentes federales puedan llegar a la isla y solicitar cargos contra el gallerismo boricua.
US$ 65 millones
El “Farm Bill” declara como ilegal todo lo relacionado con las peleas de gallos en territorios de EE. UU.
Según informes, para 2019 la actividad reportaba unos US$ 65 millones, y generaba 7,200 empleos en 71 galleras.
Para 2025, se estima que el aporte sería de US$ 80 millones, y habría unas 100 galleras.
Fuente: Diario Libre
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