El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, empieza su segundo mandato este sábado con un gran poder y sin oposición, pero desafiado por mantener la seguridad en el país y alcanzar la prosperidad económica que prometió.
Bukele, un milenial de 42 años, tomará juramento en una ceremonia que empieza a las 08H00 locales en el Palacio Nacional de San Salvador, donde sus seguidores han sido convocados.
Este expublicista de ascendencia palestina inicia otro periodo de cinco años luego de vencer a la oposición y obtener un histórico 85% de votos en las elecciones de febrero, donde también se aseguró la mayoría en el Congreso (54 de 60 escaños).
Activo en redes sociales, donde se burla de quienes lo llaman "dictador", cuenta con el respaldo de los demás poderes estatales, incluidos magistrados que le permitieron buscar la reelección a pesar de estar prohibida por la Constitución.
Además, tendrá más poder gracias a una reforma reciente aprobada por los diputados que le facilitará realizar cambios constitucionales e incluso, según expertos, permitir la reelección indefinida.
Expertos han expresado preocupación por la velocidad con la que ha eliminado salvaguardas democráticas, permitiendo su reelección. "Es difícil pensar que el propio Bukele vaya a revertir sus medidas autoritarias", dijo Tamara Taraciuk del Diálogo Interamericano a la AFP.
El desafío de la seguridad
En un contexto de violencia en América Latina, Bukele es considerado el presidente más popular, en parte debido a sus políticas de mano dura contra las pandillas, que otros líderes han intentado emular.
En la ceremonia de investidura asisten líderes como Daniel Noboa (Ecuador), Xiomara Castro (Honduras), Santiago Peña (Paraguay), Rodrigo Chaves (Costa Rica), y el rey Felipe de España. Todas las miradas están puestas en el argentino Javier Milei, quien comparte ciertas similitudes con Bukele.
Bukele afirma haber erradicado el problema de las pandillas en El Salvador, a las que declaró la guerra y construyó una megacárcel. Desde marzo de 2022, el país vive bajo un estado de excepción que ha dejado a 80,000 personas detenidas sin orden judicial.
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional denuncian muertes, torturas y detenciones arbitrarias. Casi 8,000 personas han sido liberadas, muchas de ellas por ser inocentes.
El costo de mantener la seguridad lo están pagando "las personas detenidas injustamente", según Miguel Montenegro de la Comisión de Derechos Humanos.
Para Bukele, quien llegó al poder en 2019 con un 53% de los votos, su reciente aplastante victoria muestra que los salvadoreños desean seguir bajo el régimen de excepción.
En busca de una mejor economía
Luego de enfrentar el problema de las pandillas, los expertos coinciden en que las preocupaciones económicas pueden desafiar al gobierno en un futuro cercano.
El país tiene una deuda pública de 30,000 millones de dólares y el 29% de sus 6.5 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza. Se sigue registrando una emigración hacia Estados Unidos en busca de empleo.
Los 3 millones de salvadoreños que viven en el exterior envían remesas por un monto de 8,000 millones de dólares al año (24% del PIB), manteniendo a flote la economía. Según el economista Carlos Acevedo, estas remesas son fundamentales para el país.
En un intento por revitalizar la economía, en 2021 Bukele convirtió a El Salvador en el primer país del mundo donde el bitcoin es de curso legal. Sin embargo, en la práctica no se utiliza en la vida cotidiana.
Expertos opinan que Bukele buscará seguir promocionando al país como un lugar seguro para el turismo y la inversión extranjera.
Críticos de Bukele le acusan de no rendir cuentas sobre los costosos megaproyectos y su estrategia de comunicación.
Algunos sectores consideran fundamental para el futuro del país una mayor transparencia, la lucha contra la corrupción y la independencia de los poderes del Estado.
En un país donde el aborto es ilegal, Bukele, padre de dos hijas, adoptó una agenda conservadora en su primer mandato excluyendo el enfoque de género de las escuelas.
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