Durante estos días de descanso, es importante reflexionar sobre la compasión en la práctica médica, ya que esta debe ser fundamental sin importar a quién o dónde se brinde el servicio.
La compasión se manifiesta al comprender y percibir el sufrimiento del otro de manera profunda, con el deseo y la acción de aliviar esa situación dolorosa. Es un sentimiento de pena, ternura y solidaridad frente al sufrimiento ajeno en momentos de enfermedad y angustia.
Un ejemplo real
Recientemente, en una destacada revista de divulgación médico-científica, se compartió el caso de una mujer de 43 años que consultaba a su médico por problemas de sueño. A pesar de ser devota bautista, no había discutido su caso con su pastor. Al recomendarle ver al capellán del hospital, la paciente empezó a dormir mejor sin necesidad de medicamentos psiquiátricos.
Este ejemplo demuestra cómo la compasión y el acompañamiento pueden tener un impacto positivo en la salud de los pacientes. Sin compasión, la práctica médica corre el riesgo de convertirse en un simple acto mecánico.
En estos días festivos de reflexión, recordemos la importancia de la compasión en nuestra labor diaria como profesionales de la salud. Tratemos de comprender y escuchar a nuestros pacientes, evitando palabras vacías y consuelos sin sentido. Que la compasión guíe nuestras acciones y nos permita brindar un cuidado verdaderamente compasivo a quienes lo necesitan.
Como dijo un colega en el pasado: "¿Por qué no me puse en su lugar antes?" Aprendamos de estas experiencias y cultivemos la compasión en nuestra práctica médica.
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