El panorama laboral está experimentando cambios rápidos y la importancia del movimiento sindical en el futuro cercano dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades en la fuerza laboral y en la forma de hacer negocios. Además, deberá ser lo suficientemente atractivo para que los trabajadores vean beneficios en sindicarse.
La directora general adjunta para Gobernanza, Derechos y Diálogo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Manuela Tomei, resalta en una entrevista con EFE que el movimiento sindical es una de las formas de representación más significativas a nivel mundial, con 250 millones de trabajadores sindicados.
Actualmente, el 35% de estos trabajadores sindicados se encuentra en la región de Europa y Asia Central, una disminución del 10% en la última década, mientras que la sindicación ha aumentado en la región de Asia-Pacífico. El resto se divide entre Latinoamérica, África y los países árabes.
Además del número de trabajadores sindicados, la salud del movimiento obrero se puede medir por su influencia en el debate político, el diseño de políticas públicas y su capacidad para enfrentar desafíos como la digitalización de la economía y el uso de la inteligencia artificial.
Diálogo tripartito
Tomei lamenta que se haya olvidado el éxito de la negociación tripartita durante la pandemia de COVID-19, destacando la importancia de este diálogo entre gobiernos, empresas y sindicatos para encontrar soluciones prácticas en momentos de crisis.
La directiva de la OIT señala que tradicionalmente los sindicatos han representado a trabajadores con empleos formales y sueldos fijos, pero con la evolución del mercado laboral, es crucial adaptarse para incluir a trabajadores autónomos e informales.
Los sindicatos están ajustando sus estrategias y servicios para atraer a estos nuevos perfiles laborales, en consonancia con la digitalización de tareas que solían ser realizadas por humanos, aunque la OIT no prevé una pérdida masiva de empleos en este proceso.
La preocupación principal radica en la polarización de los empleos, donde la inteligencia artificial favorecerá a aquellos que puedan costear esta tecnología. La OIT destaca la necesidad de inversiones públicas y privadas masivas para evitar el aumento de la brecha digital, especialmente en países en desarrollo.
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