jueves, septiembre 11, 2025
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Editoriales

Pérdida de peso no es un simple antes y después

“Antes: 165 libras. Después: 132 libras. Antes: talla 14. Después: talla 6. Antes: escondía mi cuerpo. Después: me siento libre.”

Frases como estas inundan las redes sociales e incluso algunos espacios médicos, presentando la pérdida de peso como un simple “antes y después”, como si todo el proceso se redujera a fotos comparativas y números en la balanza. Pero detrás de estas narrativas supuestamente inspiradoras se esconde una problemática seria: se imponen estándares irreales que sabotean tanto la salud física como la emocional de los pacientes. Plataformas como Instagram, TikTok o YouTube están repletas de “transformaciones” corporales, protocolos rápidos y dietas extremas que se presentan como soluciones universales. Este fenómeno no solo impacta a la población general, sino que también se ve reforzado, lamentablemente, por mensajes provenientes de algunos profesionales de la salud que perpetúan estándares poco realistas y reduccionistas.

La literatura científica evidencia que la exposición constante a ideales corporales poco alcanzables genera insatisfacción con la propia imagen y mayor riesgo de trastornos de la conducta alimentaria. Un metaanálisis publicado en Body Image (2022) confirma que el consumo intensivo de contenido de “fitness” y “diet culture” se asocia con comparaciones sociales frecuentes, baja autoestima y aumento en la probabilidad de conductas compensatorias poco saludables.

En el ámbito clínico, esta presión se traduce en pacientes que llegan a consulta frustrados porque no logran cambios “visibles” al mismo ritmo que lo muestran las redes. La pérdida de peso, un proceso multifactorial que involucra genética, metabolismo, entorno y hábitos, se simplifica a una narrativa lineal: comer menos y ejercitarse más. Esta simplificación ignora la complejidad fisiológica y emocional detrás de cada individuo.

Parte de la problemática recae en que, dentro del mismo sector salud, algunos colegas replican estos discursos en busca de relevancia digital o por desconocimiento del impacto psicológico que generan. La promoción de “protocolos milagrosos” o la comparación entre pacientes (ejemplo: “si ella lo logró, tú también puedes”) no solo deshumaniza el proceso clínico, sino que también genera expectativas irreales.

La medicina basada en la evidencia reconoce que la velocidad y magnitud de la pérdida de peso varía según factores como resistencia a la insulina, microbiota intestinal, comorbilidades, uso de fármacos, historia dietética previa y hasta calidad del sueño. Ignorar estos determinantes para homogeneizar resultados es científicamente inexacto y éticamente cuestionable.

El fenómeno de la comparación constante tiene consecuencias clínicas claras: abandono del tratamiento, culpa, ansiedad y sensación de fracaso. Un estudio en Obesity Reviews (2021) mostró que pacientes expuestos a estándares rígidos de peso en redes sociales tenían menor adherencia a los planes nutricionales y mayor probabilidad de caer en el ciclo de “dieta-rebote”.

Además, la exposición repetida a estímulos de comparación activa circuitos relacionados con recompensa y estrés, como el eje HPA (hipotálamo-hipófisis-adrenal), lo que incrementa la liberación de cortisol y puede favorecer acumulación de grasa visceral, perpetuando el círculo vicioso.

Como médicos y especialistas en nutrición, es imperativo generar un contrapeso a estas narrativas. El enfoque debe centrarse en procesos sostenibles, salud metabólica y bienestar global, más que en métricas estéticas rápidas. Promover educación nutricional basada en evidencia, visibilizar la diversidad corporal y explicar las razones científicas de la variabilidad en los resultados son estrategias esenciales para desmantelar estándares irreales.

Los estándares de pérdida de peso que dominan las redes sociales, amplificados incluso por algunos colegas médicos, representan un obstáculo real para los pacientes. La ciencia nos recuerda que cada proceso es único y que la comparación constante erosiona la adherencia y la salud mental. Nuestra responsabilidad profesional es clara: devolver al paciente un marco de referencia realista, humano y científicamente sólido.

Fuente: Diario Libre

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