En el corazón de la capital haitiana, frente al Palacio Nacional, un grupo de motoristas se congrega en la esquina del parque que alberga la estatua de Le Marron Inconnu, en espera de ser escoltados por la Policía Nacional Haitiana a lo largo de la calle Paul VI.
Las bandas armadas que controlan el barrio Bel Air han creado un corredor hasta el Hospital General a través de la calle Paul VI, generando constantes enfrentamientos con la policía por el control del territorio y los frecuentes sonidos de disparos en la zona.
Jean Paul, de 48 años, relata cómo los pandilleros quemaron su negocio, casa y carro, obligándolo a trasladarse a vivir con su madre en otro sector después de perderlo todo. La desolación reina en la zona, que solía ser un activo sector con oficinas públicas, mientras varios carros blindados de la policía escoltan a motociclistas y camioneros entre disparos por la calle Paul VI.
Los moto-taxis, arriesgando sus vidas, continúan transportando a posibles clientes sin aumentar los precios a pesar del evidente peligro, ya que aseguran que no hay dinero circulando en las calles. Mastha, de 31 años, decide no sumarse a la caravana de motoristas luego de observar los convoyes durante casi una hora, reconociendo la situación como una ruleta rusa.
El parque y la estatua de Le Marron Inconnu, símbolo de la libertad haitiana, se encuentran en ruinas y son brevemente visitados por conductores temerosos del poder de las pandillas que controlan gran parte de Puerto Príncipe.
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.