El hierro es un micronutriente esencial para la producción de hemoglobina, el transporte de oxígeno y la función enzimática de numerosos procesos celulares.
La recomendación diaria oscila entre 8 y 18 mg según edad y sexo, y en embarazo puede superar los 27 mg. Sin embargo, cuando existe una deficiencia clínicamente significativa, depender solo de la alimentación suele ser insuficiente, debido a limitaciones fisiológicas y patológicas en la absorción.
Alimentos ricos en hierro

- Fuentes animales (hierro hemo): carnes rojas, aves, pescados y mariscos. El hierro hemo tiene una biodisponibilidad mayor (15–35 %) y su absorción es menos influida por la dieta.
- Fuentes vegetales (hierro no hemo): legumbres, cereales integrales, espinaca, remolacha, frutos secos, semillas. El hierro no hemo se absorbe en menor proporción (2–10 %) y depende fuertemente de factores dietéticos (vitamina C lo potencia; fitatos, polifenoles y calcio lo inhiben).
- Vísceras: hígado y morcilla son extremadamente ricos en hierro, pero su consumo frecuente no se recomienda por seguridad alimentaria (alto colesterol, toxinas acumuladas, riesgo microbiológico).
Limitaciones de la dieta en estados de deficiencia
- Absorción intestinal pobre: en enfermedades inflamatorias intestinales (ej. EII, celiaquía, sobrecrecimiento bacteriano), la mucosa inflamada reduce la capacidad de captar hierro.
- Inflamación crónica: la hepcidina, hormona reguladora del hierro, se eleva en estados inflamatorios (ej. obesidad, infecciones), bloqueando la liberación de hierro de los enterocitos y del hígado. Aunque se ingiera más hierro, este no llega a la circulación.
- Embarazo: la demanda se duplica, y la dieta rara vez cubre los requerimientos. Además, náuseas o intolerancias limitan la ingesta de carnes rojas.
- Seguridad de alimentos ricos en hierro: el consumo regular de vísceras no es una solución sostenible, y un exceso de carne procesada se asocia a riesgo cardiovascular y cáncer colorrectal.
- Distribución de nutrientes: muchos alimentos ricos en hierro no son particularmente ricos en proteínas de alta calidad o pueden aportar exceso de grasas saturadas o compuestos indeseables.
Estrategias dietéticas prácticas
- Priorizar fuentes animales magras (res magra, pollo, pescado), ya que el hierro hemo es el más eficiente.
- Aumentar la absorción del hierro vegetal combinándolo con vitamina C (ej. lentejas con tomate o cítricos).
- Evitar té, café o lácteos inmediatos a las comidas principales que contengan hierro vegetal.
- Usar cereales y legumbres en versiones remojadas, germinadas o fermentadas para reducir fitatos.
Los alimentos ricos en hierro son clave para prevenir deficiencia, pero cuando ya existe anemia ferropénica o falta de hierro sin anemia (ferropenia), la dieta casi nunca es suficiente por sí sola. Factores como inflamación intestinal, embarazo u obesidad limitan la reposición.
En estos casos, la suplementación oral o incluso la vía intravenosa bajo supervisión médica se convierten en la estrategia necesaria. En resumen, la alimentación ayuda a mantener reservas y prevenir déficit, pero no reemplaza el tratamiento suplementario cuando hay deficiencia clínica.
La elección entre hierro hemo (animal) o no hemo (vegetal) debe priorizar siempre biodisponibilidad, seguridad y contexto clínico del paciente.
Fuente: Diario Libre
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