jueves, septiembre 25, 2025
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Editoriales

La República de las Excusas

Vivimos en un país donde el cemento se cuartea, la obra se retrasa, el servicio no llega… pero la excusa siempre está lista y pulida. Es la única industria que nunca falla: producir justificaciones.

Aquí todo se explica con un “ya casi”, un “estamos en eso”, un “fue culpa de otro”. La carretera que no se termina, el hospital sin camas, la escuela con techos que gotean: todas tienen un culpable invisible, nunca un responsable concreto. La excusa se ha institucionalizado como política de Estado y convertido en religión de funcionarios que gobiernan con promesas, no con resultados.

Peor aún, el virus se ha contagiado a la sociedad entera. El ciudadano que se resigna al servicio deficiente también encuentra su pretexto para no exigir, para no responder, para no actuar. Así, la cadena de excusas se vuelve el verdadero contrato social: cada quien se lava las manos y sigue adelante.

Pero un país que se alimenta de excusas nunca construye futuro. El desarrollo no se edifica con explicaciones recicladas, sino con soluciones cumplidas. Gobernar no es narrar obstáculos, es superarlos. Dirigir una institución no es dar ruedas de prensa para justificar fracasos, es entregar resultados palpables.

La República de las excusas es cómoda para los que mandan, porque aplaza la indignación y desarma la protesta. Pero es letal para la nación: detrás de cada pretexto hay una promesa muerta y un derecho negado. Y mientras sigamos aceptando excusas en vez de exigir respuestas, seguiremos siendo cómplices de un país que nunca pasa de “estamos trabajando en eso”.

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