De todas las decisiones tomadas por los organizadores de los Juegos Olímpicos de París acerca de dónde realizar cada deporte, trasladar las competencias de surf hacia el otro lado del mundo – en las aguas serenas de Tahití – provocó las más fuertes reacciones. Los propios tahitianos y otros criticaron la construcción de un nuevo mirador en el arrecife de Teahupo debido a que se teme que pueda dañar la vida marina.
Sin embargo, los organizadores indicaron que no solo fueron las olas de clase mundial que los atrajo al territorio francés, localizado a 16.000 kilómetros de distancia. Los dirigentes olímpicos de París fijaron el ambicioso objetivo de reducir a la mitad su huella de carbono, comparado con los Juegos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.
El arrecife surfista de Tahití está muy distante de la costa para que los aficionados observen la acción claramente desde la playa, así que los organizadores estimaron que la mayoría iba a preferir seguir la competencia por televisión en lugar de tomar vuelos, una mayor fuente emisora de dióxido de carbono.
Y con menos espectadores presentes, no iba a ser necesario añadir más infraestructura, otro emisor importante de dióxido de carbono.
“Hicimos las cuentas. Había menos impacto en Tahití con respecto a otras áreas metropolitanas”, dijo Georgina Grenon, directora de excelencia ambiental para los Juegos de París.
Tahití refleja la intención de los organizadores de los Juegos para poder cumplir el objetivo de reducir las emisiones, causante del cambio climático. También pone sobre relieve las contradicciones para la sostenibilidad, ya que reducir las emisiones no necesariamente significa preservar el ambiente.
La meta de los organizadores es limitar las emisiones a 1,58 millones de toneladas de CO2 equivalente para los Juegos, del 26 de julio al 11 de agosto y los Paralímpicos, que son después. De igual manera es mucha contaminación – similar al aproximado de 1,3 millones de pasajeros en clase económica en viajes de ida desde Nueva York a París en aviones Boeing 787, según myclimate, una consultoría de clima y sostenibilidad.
De todas maneras, es mucho menos que la huella de la anterior cita de 2021 en Tokio.
Los organizadores aseguran que piensan en el futuro de los Juegos, no solo en el planeta. Pocas ciudades voluntariamente gastan miles de millones en infraestructura que en algunas veces cae en desuso. París y la próxima sede, Los Ángeles en 2028, eran las únicas ciudades aspirantes cuando fueron seleccionadas en 2017. Para los organizadores, albergar unos Juegos que generen menos desperdicio es clave, además de incluir más eventos inclusivos, y orientados a la juventud como el skateboarding.
París está bajo presión adicional para ser un modelo sostenible. La ciudad fue sede de la cumbre climática de las Naciones Unidas en 2015 y que resultaron en el Acuerdo de París, el convenio internacional climático más significativo a la fecha. Los delegados acordaron que el mundo debe limitar el aumento de la temperatura promedio a nivel global a 2 grados Celsius (3,6 Fahrenheit) por encima de la de 1850, e idealmente establecer un tope de 1,5 grados (2,7 Fahrenheit) – una meta que luce cada vez más inalcanzable.
Expertos independientes dicen que París parece estar descarbonizando de forma sistemática como lo hacen las empresas: Calcular las emisiones, luego empezar a reducir, incluyendo innumerables pequeños ahorros de CO2 que se adicionan significativamente. Organizadores fijan reducciones en tres categorías: construcción, transporte, y operaciones.
“Parece que están tomando un enfoque muy reflexivo”, dijo Adam Braun de Clarasight, un firma que produce producen software de planificación de emisiones. Están intentando hacer algo que es indicativo de como varias organizaciones se responsabilizarán”.
Lo que más diferencia a París 2024 de justas anteriores está en la construcción. Los organizadores sostiene que el 95% de sus instalaciones ya existían o serán temporales. Dos nuevas estructuras era inevitables: La Villa Olímpica, para alojar a los atletas y luego convertirla en viviendas y oficinas, y el centro acuático localizado en los suburbios desfavorecidos de París.
Utilizando madera, cemento bajo en dióxido de carbono, y materiales recuperados ayudaron a reducir las emisiones en un 30% a comparación de métodos tradicionales, dijo Grenon.
La reducción también afecta a la comida. En Francia, la comida en restaurantes o preparada en casa – produce cerca de 2 kilogramos (4,4 libras) de CO2, según Philipp Würz, el jefe de catering de los Juegos. Paris apunta a disminuir eso produciendo de manera local el 80% de los ingredientes, acortando emisiones en transporte, y ofreciendo a los espectadores 60% de alimentos basados en plantas.
Ganarse las mentes como las papilas gustativas podría tomar trabajo. “Los alimentos cultivados localmente y apoyando la agricultura local son cosas hermosas”, dijo la tenista Victoria Azarenka. Pero “cuando hay gente haciendo estos grandes gestos, no estoy totalmente convencida sobre el impacto”, añadió acerca de los esfuerzos climáticos de Par…
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