En diciembre de 1985 se estrenaba “Clue”, una película que, en su momento, pasó casi inadvertida en taquilla, pero que el paso del tiempo ha convertido en una de las comedias de misterio más queridas del cine moderno.
Cuatro décadas después, su mezcla de humor inteligente, enredos imposibles y un reparto coral que entrega interpretaciones memorables sigue siendo un ejemplo de cómo transformar un concepto simple, un juego de mesa, en una experiencia cinematográfica única.
Este año “Clue” celebra su 40 aniversario convertida en una auténtica película de culto, y su redescubrimiento por nuevas generaciones demuestra que algunas obras simplemente estaban adelantadas a su época.
Del tablero al celuloide
Inspirada en el popular juego de mesa Cluedo, “Clue” llevó al cine un giro distinto al concepto de una misteriosa mansión donde un grupo de desconocidos debe resolver un asesinato.
Escrita y dirigida por Jonathan Lynn, con historia coescrita por John Landis, la película se propuso algo inusual: combinar una trama de suspenso con el ritmo y la precisión de una comedia clásica.
El resultado fue una obra que, aunque no encontró su público de inmediato, se consolidó con los años como una joya del humor negro.
Parte de su encanto reside en la manera en que Lynn logra capturar la esencia del juego, como las habitaciones, los personajes y las armas letales, mientras da vida a una historia que parece desarrollarse en tiempo real.
El diseño de producción es otro de sus grandes logros. Los decorados fueron construidos con un nivel de detalle impresionante: pasadizos secretos, mobiliario auténtico de los siglos XVIII y XIX, y una atmósfera que recuerda a una obra teatral más que a una película convencional.
No es casualidad que muchas escenas transmitan la sensación de estar presenciando una pieza en vivo: los actores se mueven por la mansión con una energía coordinada, casi coreográfica, que potencia el ritmo frenético del guion.

Un elenco impecable
Si algo distingue a “Clue” es su elenco. Tim Curry brilla como Wadsworth, el carismático mayordomo que guía a los invitados por un laberinto de sospechas.
A su lado, Madeline Kahn, Eileen Brennan, Christopher Lloyd, Michael McKean, Martin Mull y Lesley Ann Warren conforman un reparto donde cada gesto, cada mirada y cada frase están perfectamente calibrados para la comedia.
Curry ofrece una actuación virtuosa, llena de energía y matices, mientras que Kahn aporta un humor seco y elegante que la convirtió en una de las favoritas del público. Aun así, todos los intérpretes tienen momentos para brillar.
En “Clue”, cada personaje tiene su instante de protagonismo, lo que refuerza la idea de que el conjunto es más importante que la suma de sus partes.

Una película hecha para ver más de una vez
Una de las razones por las que “Clue” se ha convertido en un clásico de culto es su capacidad para revelar nuevos detalles con cada visionado.
Los amantes del cine descubren, en cada repetición, gestos, miradas o elementos del decorado que antes pasaban inadvertidos. El filme está lleno de sincronías y pequeñas pistas visuales que recompensan al espectador atento.
El guion es tan preciso que incluso los tiempos dentro de la historia coinciden casi exactamente con la duración real de la película. Todo está tan cuidadosamente planeado que se siente como un reloj perfectamente engrasado, incluso cuando el caos parece apoderarse de los personajes.

Tres finales, un solo culto
“Clue” fue pionera en una idea que hoy parecería revolucionaria: se proyectó con tres finales distintos. Cada cine recibía una versión diferente, de manera que los espectadores podían tener experiencias únicas. Aunque esta estrategia no logró atraer al público masivo en 1985, se transformó en parte del mito de la película.
Las versiones domésticas posteriores en formatos de VHS, DVD y Blu-ray incluyeron los tres desenlaces, así permitiendo verlos consecutivamente y descubrir cómo cada uno reinterpreta los hechos. Este elemento se convirtió en parte esencial de la identidad de “Clue”: una película que no solo invita a pensar, sino también a jugar.

Un fracaso que se volvió inmortal
En su estreno, “Clue” recaudó apenas lo mismo que su presupuesto. La crítica fue tibia y muchos espectadores no supieron cómo clasificarla: ¿una parodia ¿un misterio serio? ¿una comedia absurda Con el paso del tiempo la respuesta fue clara: “Clue” era todas esas cosas a la vez.
Durante los años 90, las transmisiones televisivas y los lanzamientos en vídeo permitieron que el filme encontrara su audiencia. Las proyecciones en cines independientes, las convenciones de fans y los homenajes en series como “Psych” o “Family Guy” consolidaron su estatus de culto.
Actualmente, “Clue” se estudia como ejemplo de humor coral, dirección precisa y equilibrio entre sátira y homenaje.

El legado de un juego convertido en arte
Más allá del misterio, “Clue” es una celebración del ingenio. Su estructura teatral, sus decorados meticulosos y su humor elegante demuestran que la comedia puede convivir con la intriga sin perder profundidad. La película combina elementos del whodunit clásico con una energía visual que mantiene vivo el interés hasta el último segundo.
Su influencia llega hasta hoy: se han realizado adaptaciones teatrales, homenajes televisivos, ediciones especiales en 4K y hasta proyectos para nuevas versiones cinematográficas. Pero ninguna ha igualado el equilibrio que Lynn y su elenco alcanzaron en 1985: una comedia de enredos que no se burla del misterio, sino que lo abraza con inteligencia y respeto.

Cuarenta años después
Celebrar el 40 aniversario de “Clue” es recordar una época en la que el cine podía ser audaz, ingenioso y divertido sin depender de efectos digitales ni grandes presupuestos. Es una película que, como su juego original, invita a participar, observar, deducir y reír.
En un tiempo donde las producciones se multiplican cada semana, “Clue” sigue siendo una experiencia irrepetible: un rompecabezas donde cada detalle importa, un homenaje al humor clásico y un recordatorio de que el verdadero arte del misterio está en disfrutar del camino, no solo del desenlace.
Fuente: Diario Libre
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