Un yonqui feliz transita su caótica vida entre trabajos domésticos, encuentros fortuitos y su próxima dosis, mientras es seguido por un equipo de filmación que documenta su vida, mientras afirma estar desintoxicándose para su novia "la Flaca". Biónico está rodeado de una pintoresca escena de personajes, siendo el más inmediato y memorable Calvita, su irreverente mejor amigo y cómplice, casi profundo en su desenfreno y abandono, un hombre convertido en caricatura, físicamente de la era del cine mudo, vocalmente un burdo representante del id y el humor.
El formato pseudodocumental de la película permite abrir la noción obsoleta del neorrealismo; no es aleatorio, la forma sigue a la función. La película está dividida en capítulos, narrando los juicios de Biónico. A veces hay interrupciones en el formato pseudodocumental, una secuencia psicodélica y un par de escenas en blanco y negro donde Calvita es el protagonista y donde expone su pseudofilosofía. Pero, aunque algunos de estos episodios se acercan a lo esquizofrénico, nunca profundiza en lo caótico o desordenado, la película siempre mantiene su enfoque.
Hay un elemento absolutamente autóctono en esta película. Estos personajes pueden ser caricaturescos y disparatados, pero también resultan dolorosamente familiares; los hemos visto en las calles, fuera de las gasolineras, bajo los puentes; pertenecen a los márgenes de la sociedad y, sin embargo, son visibles en la vida cotidiana. El director ha optado por recuperar la centralidad de estos personajes y no mantenerlos al margen.
El tercer acto se sintió algo apresurado, le faltó fuerza y sustancia. Quizás el presupuesto ya se había agotado, quizás la película simplemente no supo cómo terminar. Sin embargo, en la gran escala de las cosas, esto solo parece tangencial: sus fortalezas como película superan con creces sus debilidades.
No solo es una buena película, es una gran película. Un paso audaz en la dirección correcta y una prueba de que hay algo más allá del cine dominicano que las viejas fórmulas. También es una prueba de que, si empiezas a fumar mierda de caballo, quizás sea hora de buscar un nuevo pasatiempo.