El talento en el deporte, como en las artes o en la ciencia, no es un activo que se pueda clonar y reproducir en una fábrica en cantidades industriales. Es una habilidad que escasea, que aparece entre millones de personas que realizan una actividad, así tan difícil de descubrir y moldear como el oro, los diamantes enterrados en la profundidad de la tierra. De ahí su alto valor.
Que mitos como Usain Bolt, Luka Doncic o Novak Ðokovic hayan llegado al mundo en países de pequeña población como Jamaica, Eslovenia y Serbia, respectivamente, y no en gigantes como Estados Unidos, Rusia o Nigeria en parte lo explican.
En 2015, cuando los 30 clubes de las Grandes Ligas autorizaron las firmas de los adolescentes dominicanos disponibles, es probable que hayan identificado la mejor clase en un año.
La extensión por 500 millones de dólares que acaba de firmar Vladimir Guerrero Jr., con los Blue Jays puede ser la más reciente prueba. Antes, los Mets garantizaron 765 MM a Juan Soto y previo a ellos los Padres le aseguraron 340 MM a Fernando Tatis Jr., en 2021. El trío de joyas fue firmado el dos de julio de 2015, con 16 años y ya en 2019 los tres estaban en la Gran Carpa. Tienen tres de los nueve mayores contratos de la historia.
Ese año fiscal (2015-2016), los equipos destinaron US$71,584,500 para firmar a 452 quisqueyanos. De ese grupo hubo 164 que fueron despedidos sin superar la Liga de Verano, otros 127 se quedaron en el cedazo de rookie, para 76 el máximo nivel alcanzado fue Clase A, otros 27 solo pudieron navegar hasta AA y 27 en AAA. Hay 31 que alcanzaron la Gran Carpa. Solo 45 seguían en el sistema hasta 2024.
Esos 31 que se graduaron representan el 6.8 % de los que firmaron, un porcentaje ligeramente por encima de la media de los que llegan, pero con un rendimiento muy alto. Ese año también ingresaron a las “fincas” Oneil Cruz, Leody Taveras, Christopher Morel, Ronel Blanco, José Soriano, Edward Cabrera, Camilo Doval y Esteury Ruiz. Otras promesas, como Enmanuel Valdez, Cristian Pache y Eguy Rosario, siguen tocando las puertas.
Los equipos de la MLB destinan fortunas en sus estructuras de desarrollo, que empieza con la contratación de cazatalentos que son verdaderos sabuesos, luego el reclutamiento y la formación una vez en el sistema. Todo con el fin de sacar al terreno ese material premium por el que una familia promedio (cuatro personas) paga 400 dólares para ir a un partido en Dodger Stadium en un negocio donde las grandes televisoras pagan cientos de millones de dólares por los derechos de transmisión.
Fuente: Diario Libre
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