El año pasado, casi cuatro millones de personas visitaron la Estatua de la Libertad en Nueva York, uno de los monumentos más icónicos de Estados Unidos. Sin embargo, muy pocos pudieron subir hasta la corona y menos aún hasta la antorcha que ilumina el camino hacia la Gran Manzana.
Conocida como Lady Liberty, esta estatua única ha sido vista por miles de visitantes que llegan en ferry cada día para capturar su belleza y la de Manhattan, Nueva Jersey y Brooklyn desde sus alrededores.
Aunque su característico color verde no siempre fue así, el desgaste del tiempo ha cubierto la estatua de crisocola, un óxido de cobre, que le otorga su aspecto actual.
Para llegar a la Isla de la Libertad, se debe tomar un ferry que tiene un costo de 31.50 dólares e incluye una parada en Ellis Island, donde se encuentra el Museo de la Inmigración.
Acceso a la corona
Subir hasta la corona de la estatua es un privilegio limitado a 500 personas al día, que deben ascender por una empinada escalera de 162 peldaños. Aunque hay una lista de espera, el costo adicional es de solo 30 centavos de dólar.
Una vez arriba, la vista desde la corona es decepcionante, ya que los peldaños conducen al interior de la estructura, donde no es posible tener una panorámica completa.
El acceso a la antorcha está cerrado al público, y solo el personal de mantenimiento puede subir hasta allí a través de una escalera metálica. La estructura de la estatua, concebida por el ingeniero Gustave Eiffel, sostiene una estatua de cobre diseñada por el escultor Auguste Bartholdi.
Gestión del Servicio Nacional de Parques
La Estatua de la Libertad es gestionada por el Servicio Nacional de Parques, que también supervisa otros monumentos nacionales en Estados Unidos. Con orgullo, el jefe de relaciones públicas del SNP destaca la importancia de comprender la historia y la identidad nacional a través de estos lugares emblemáticos.
Fuente: Diario Libre
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