De acuerdo con datos oficiales de ONE (Oficina Nacional de Estadísticas) entre 2007 y 2023 más de 300 personas fallecieron por ahogamiento en el país.
Desde la falta de lugares para aprender a nadar, pasando por la ausencia de una formación para ello en las etapas escolares, hasta el desinterés de una parte de la población en el tema, varias son las razones que hacen que la población viva de espaldas al mar, en medio de una isla.
Para Radhamés Tavárez, el presidente de la Federación Dominicana de Deportes Acuáticos (Fedda), tristemente el no saber en los dominicanos es un tema formativo.
“Es un problema cultural. No hay una conciencia de lo importante que es saber nadar. No solo practicar un deporte, es un tema de seguridad que involucra la vida de la persona”, dice.

Las piscinas públicas
En el país hay tres piscinas públicas funcionando, pero en ninguna de ellas, aprender a nadar es gratis.
En la capital, el Complejo Acuático del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, en Santiago está la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y en La Vega está ubicada la que fue utilizada para las competencias de los Juegos Nacionales del 2019.
Por el costo de mantenimiento, pago a profesores, servicios, entre otros, hay patronatos o grupos de entidades que regentean estos complejos.
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La oferta privada
“Nuestros padres, la mayoría saben nadar. Se criaron cerca de ríos, lagos y playas. Hoy la vida en la ciudad dificulta el aprendizaje.
El tránsito, la agenda de los niños, sacar el tiempo para eso, es más complicado”, afirma Rafael Miranda, director de Stono, Club Paraíso., escuela de natación que opera en el Club Paraíso del Distrito Nacional.
Mientras que Roberto Peña Khoury, jefe de entrenadores del equipo de natación del Club Arroyo Hondo, opina que “no tenemos la natación en nuestra enseñanza, las piscinas las manejan los clubes, debemos tomar conciencia de la importancia de esto”.
En sentido general, dependiendo de la frecuencia semanal de las clases, los clubes pueden cobrar desde RD$ 2,000 hasta RD$ 4,000 mensuales.
Ayuda internacional
Pero no todo está perdido.
La Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) presentó a mitad de este año a los ministerio de Deportes, Educación y Salud Pública un revolucionario proyecto.
“La natación es una cuestión de seguridad, y estamos muy interesados en ayudar a resolver ese problema en el país”, dijo a Diario Libre Virginie Díaz Pedregal, directora de la AFD.

Díaz, nacida en París, aprendió a nadar antes de los 15 años, gracias a que se crió en un país que tiene más de 4,000 piscinas públicas, la mayor cantidad para cualquier país europeo.
La AFD, que trabaja en coordinación con la Embajada Francesa, tiene un presupuesto aprobado de 100,000 euros para desarrollar un proyecto por etapas:
Hacer clases en playas y ríos, llevarle a las escuelas públicas piscinas móviles para que aprendan a nadar, con profesores traídos desde islas francesas como Martinica o Guadalupe.
En otra etapa, se habilitarán camiones que puede convertirse en piscina móvil, y por último, se proyecta construir y mantener piscinas públicas en algunos puntos del país.
Fuente: Diario Libre
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