En la industria deportiva, sea esta tan grande como la NFL (principal liga del planeta medido por volumen de negocio) o los deficitarios torneos de básquet en la República Dominicana, el atleta es la materia prima, es el animador y por el que se paga para ver. Un show que lo costea quien pone la plata, el fanático.
El aficionado paga desde las boletas hasta las suscripciones, las mercancías y lo que se vende en el estadio. Es el nivel de atención o seducción del público lo que determina el tamaño de los acuerdos de transmisión y del precio de los anuncios, el aceite que lubrica toda la maquinaria.
Sin embargo, hay fans que erróneamente creen que este pago da derecho a rozar en el irrespeto hacia los actores en el terreno que, por menos que lo parezcan, son humanos. Los peloteros Dennis Santana y Ketel Marte protagonizaron la última semana episodios en Detroit y Chicago que se pueden interpretar como inmadurez, pero que son muestras de que hasta el acero inoxidable tiene límites.
El jueves 19 de junio, Santana, relevista de los Piratas, tras pedir la intervención de la seguridad, perdió los papeles e intentó agredir a un aficionado de los Tigres que le molestaba con palabras. Fue multado y suspendido por cuatro juegos, aunque apeló. Solo dijo que la persona “se pasó de la raya”.
El martes, en Chicago, Ketel Marte se derramó en llantos al escuchar desde las tribunas palabras hirientes hacia su difunta madre de un joven de 22 años. El intermedista de los Diamondbacks recibió un apoyo enorme y el aficionado ha sido vetado de forma temporal de todos los estadios de la MLB. El agresor mostró un gran arrepentimiento.
¿Hasta dónde llega el derecho de un fanático? El fútbol europeo, la FIFA, luchan contra los comentarios racistas, por esa agresión se ha vetado a aficionados de los estadios. Es tan alto el nivel de acoso verbal en los parques de la Lidom que muchos peloteros prefieren no jugar en el país.
Los estadios, las canchas, las arenas deportivas no pueden ser un escenario sin filtros para el acoso.
Los atletas se someten a entrenamientos exhaustivos, poco tiempo libre para distraerse, gran presión social, la receta perfecta para un cuadro de ansiedad o depresión. Intentar un ejercicio, caer y volver a levantarse. Entrenan duro para mantener un alto rendimiento durante seis o siete meses. ¿De qué está hecha la mentalidad de los peloteros que no se rompen? Darse por vencidos no está en su vocabulario, al contrario, a diario demuestran que la mente lleva al cuerpo a límites inimaginables.
Fuente: Diario Libre
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.