miércoles, julio 9, 2025
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Editoriales

"Pavel a Marel", un abrazo musical en Hard Rock Café

Dicen que hay conciertos que se viven más con el pecho que con los oídos.

Y eso fue exactamente lo que ocurrió el sábado 10 de mayo en el Hard Rock Café Santo Domingo, cuando Pavel Núñez y Marel Alemany unieron talentos, historias y canciones para regalarle al público una noche entrañable bajo el nombre de Pavel a Marel.

Desde temprano se respiraba expectativa. El salón lleno, las luces suaves, y un murmullo emocionado que apenas disimulaba la ansiedad por ver a dos de los cantautores más queridos de la escena dominicana compartir escenario. No era cualquier junte: era un encuentro entre voces que han sabido contar las emociones de una generación.

La velada arrancó con una grata sorpresa: la participación de la venezolana Abigail Cano, una artista radicada en Punta Cana, cuya voz poderosa y naturalidad sobre el escenario cautivaron al público de inmediato. Fue un inicio cálido, como abrir una buena novela con el primer párrafo que ya promete mucho.

Y luego, sin más preámbulo, entraron ellos: Pavel y Marel. Juntos, relajados, cómplices, con una banda impecable detrás y arreglos creados especialmente para esta ocasión.

Momentos íntimos

Lo que siguió fue una sucesión de momentos tan íntimos como vibrantes. La música fluyó como una conversación entre amigos, salpicada de risas, anécdotas, confesiones y esas pausas justas que hacen que cada palabra pese un poco más.

Pavel, fiel a su estilo, logró ese equilibrio entre el humor y la ternura con una anécdota sobre el inolvidable Víctor Víctor y su canción “Te di”. Una historia que arrancó carcajadas y terminó en un nudo en la garganta, recordando que la música tiene el poder de hilar tiempos, personas y sentimientos.

El repertorio —21 canciones en total— fue un viaje emocional por clásicos de ambos artistas: “Mi Animal”, “Soñar despierto”, “Dame lucha”, “Agonizando”, entre otras joyas que el público cantó, sintió y aplaudió de pie.

Pero más allá del listado, lo que realmente marcó la noche fue la forma en que cada interpretación se sintió viva, conectada, necesaria.

Infografía

Detrás del espectáculo estuvo la curaduría de Indiexpuesto y Atariva, dos sellos que apostaron por una experiencia que va más allá del entretenimiento. Lo que se vivió fue arte en su forma más honesta: música tejida desde la sensibilidad, compartida desde la autenticidad.

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Al final, con la gente de pie y los aplausos prolongados, quedó la sensación de que algo especial había ocurrido. Pavel a Marel no fue solo un concierto: fue una especie de ceremonia colectiva, donde los recuerdos se afinaron en tono mayor y las emociones se cantaron sin miedo.

Porque sí, hay noches que se escuchan. Pero hay otras, como esta, que se sienten.

Fuente: Diario Libre

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