sábado, julio 12, 2025
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Editoriales

El beso de la muerte

Luis Abinader trazó la línea: “Si quieren hacer campaña, renuncien”. No fue una sugerencia, fue una orden. Y como buenos soldados de la institucionalidad, los aspirantes del PRM se cuadraron, lo aplaudieron y prometieron disciplina. Pero en política, los aplausos no siempre son obediencia. A veces son apenas el telón que esconde el verdadero acto.

Porque detrás de cada declaración de lealtad, hay una agenda. Y detrás de cada agenda, una ambición. La carrera por el 2028 no espera, y los presidenciables ya están en movimiento, aunque juren que no. El “yo estoy enfocado en mi gestión” se ha vuelto el nuevo disfraz del proselitismo.

La gran pregunta es inevitable: ¿quién será el primero en traicionar al presidente? ¿Quién cruzará la línea con una sonrisa, creyendo que el poder acumulado le da inmunidad?¿Quién apostará a la inacción, al cálculo político de que Abinader no querrá abrir una crisis interna? Y peor aún, ¿qué pasa si el rebelde es un cargo electivo? ¿Un alcalde, un senador, un diputado? ¿Puede Abinader destituir a alguien que no le responde directamente?

La orden fue clara, pero la autoridad tiene límites. Y si alguien se atreve a romper el equilibrio, el presidente tendrá que decidir si castiga… o recula. El PRM entra en una etapa delicada: una danza entre la institucionalidad proclamada y las pulsiones reales del poder. Hoy todos juran disciplina. Pero cuando la ambición aprieta, la palabra empeñada tiembla.


Y si algo enseña la historia política dominicana es que, cuando hay poder en juego, siempre hay alguien dispuesto a romper las reglas. Solo falta saber quién será el primero. Y si Abinader estará dispuesto a hacer algo más que advertir.

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