miércoles, septiembre 10, 2025
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Editoriales

Médicos y la trampa oculta de la inteligencia artificial

En 1943 Warren Mcculloch y Walter Pitts presentaron por primera vez un modelo de neuronas artificiales, acontecimiento que dio origen a lo que hoy conocemos como Inteligencia Artificial (I.A.). Es a partir de la década de 1970 que la I.A. se introduce en la medicina con nuevos y avanzados sistemas computacionales.

Reconocemos que, es una herramienta casi imprescindible en la formación de todo tipo de profesionales. Uno de los grandes avances de la ciencia, la tecnología y la innovación, y que, si en la formación de nuestros médicos hacemos un mal uso de ella, se corre el riesgo de graduar profesionales con un pobre humanismo y juicio clínico.

La interacción entre humanos y computadoras viene de muchas décadas atrás y los recientes avances aplicados a la ciencia de la medicina, han dado lugar a interacciones más efectivas y potencialmente más peligrosas.

“La aparición de los “Grandes Modelos de Lenguaje” parecen tener connotaciones que debemos conocer muy bien. Estos modelos, pueden simular generación de conocimiento y razonamiento clínico con una fluidez similar a la humana lo que le da la apariencia de procesamiento independiente de la información”. Por lo tanto, la I.A. puede transformar el aprendizaje y la práctica médica y como resultado, profesionales altamente capacitados, pero incapaces de resolver problemas de manera independiente al compararlos con profesionales formados antes de la aparición de esta interesante herramienta.

La I. A. puede usarse para la descarga cognitiva y el estudiante depender de ella para reducir su carga de trabajo. Una estrategia que facilita su participación mental en tareas más exigentes, pero la descarga de tareas complejas como el razonamiento clínico y las tomas de decisiones pueden conducir a la automatización y a la pérdida de habilidades previamente adquiridas. Por otra parte, a medida que la I.A. se expande en las aulas, los educadores en las escuelas de medicina se ven obligados a supervisar el uso de una tecnología en la que los alumnos pudieran ser más hábiles que sus profesores.

Los docentes, deberían aprovechar momentos programados de reflexión con sus alumnos e invitar a la indagación compartida sobre las capacidades y limitaciones de la I.A. lo que puede sentar las bases para momentos educativos que promuevan el pensamiento clínico y una alfabetización en I. A. para todos.

Concebir la I.A. como un sustituto del razonamiento y el juicio clínico del médico es un grave error, porque su rol debería ser, una ayuda para una mejor formación.

Fuente: Diario Libre

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