El mercado binacional en la frontera entre República Dominicana y Haití es un lugar donde se mezclan el español y el francés entre el bullicio de dominicanos y haitianos. La frontera no calla ninguna voz ni detiene el comercio. Los lunes y viernes son días de encuentro entre los pueblos separados por una verja que abre sus puertas durante unas horas.
La frontera emerge del mar Caribe en Pedernales y sigue a través de un río seco. Este río, sin agua, es cruzado por haitianos de Anses à Pitre los lunes y viernes, días de mercado fronterizo.
Anses à Pitre no es un lugar habitado por gente adinerada, sino por personas que viven del contrabando y el comercio con la parte dominicana. La convivencia en el mercado implica a muchos niños que trabajan ayudando a sus familias o pidiendo limosna.
Un mercado bilingüe
En el mercado se pueden escuchar diferentes idiomas, ya que muchos de los participantes son de ascendencia haitiana y hablan creole. Cuando las palabras fallan, los gestos y algunos traductores improvisados ayudan a la comunicación entre vendedores y compradores.
Al caer la tarde, el mercado se vacía y la tranquilidad llega después del bullicio del día. Jacinto Sánchez, el encargado del mercado, explica que a las cinco de la tarde la mayoría recoge para volver a su país antes de que la puerta de la frontera se cierre a las seis de la tarde.
Niños, muchos niños
Los niños no faltan en el mercado, algunos trabajan mientras otros piden limosna. Enzo, un niño de nueve años, ayuda a su madre en el mercado los lunes y viernes. Muchos otros solo piden dinero a aquellos que puedan darles algo.
Comerciantes y militares
El Cesfront y los comerciantes conviven en el mercado. La presencia de militares y comerciantes crea un contraste curioso, donde la seguridad y el buen trato prevalecen a pesar de las diferencias entre ambos grupos. La violencia en Haití no ha llegado a afectar el funcionamiento del mercado fronterizo.
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