Los miembros de la sociedad Caral, florecida en el centro de Perú y considerada la civilización más antigua de Latinoamérica, fueron durante un tiempo refugiados climáticos y plasmaron en su arte y rituales el trauma de abandonar sus ciudades debido a la falta de agua, reveló un estudio de arqueólogos peruanos publicado este jueves.
El centro urbano de Vichama, ubicado en la provincia de Huaura (región de Lima), fue habitado hace 3,800 años y un estudio publicado al cumplir 17 años del inicio de labores de investigación arroja diversos hallazgos sobre su manera de vivir.
"Vichama es el período que se supera ya la crisis del cambio climático y es muy importante porque ha dejado reflejado en los frisos lo que significó para el colectivo social ese efecto negativo", indicó a EFE la arqueóloga Ruth Shady en la presentación del informe.
Detalló que el cambio climático fue un proceso que empezó con sequías, deshielos, huaicos (aludes) y después las sequías se intensificaron, las tierras se volvieron arenales, los ríos se secaron y no había producción agrícola, por lo que la gente no tenía de qué vivir.
Ante esa situación migraron hacia el Valle de Huaura y fundaron Vichama, donde los arqueólogos han descubierto murales tallados en las paredes con gente muerta y jóvenes en danzas rituales entre pescados para poder sobrevivir, lo que los expertos interpretan como el periodo en que sus ancestros vivieron ante la escasez.
"Los relieves escultóricos de Vichama han sido vinculados con el registro en la memoria de la sociedad sobre un período de escasez y hambruna. Serían recordatorios para los que sobrevivieron sobre las dificultades enfrentadas por el cambio climático y la escasez del agua y de los alimentos", agregó el comunicado de prensa.
Shady dijo que este suceso fue también experimentado en civilizaciones en Egipto, Mesopotamia, India y China, y artículos científicos muestran coincidencia con lo ocurrido con la civilización Caral.
Entre los descubrimientos, se han hallado relieves murales, representaciones a las que se le denominaron 'La Danza de la Muerte y de la Vida', también se observan seres muertos, aparentemente adultos, con las costillas expuestas y los ojos cerrados, entre dos seres fallecidos, con cuerpos cadavéricos.
En una etapa posterior sepultaron el mural de los frisos y construyeron encima un nuevo salón ceremonial, donde modelaron la figura frontal de un sapo con manos humanas, emergiendo de la tierra y la figura de un rayo sobre su cabeza.
"El sapo en la cosmovisión andina es un animal relacionado con la llegada de las lluvias, por lo que se presume que en este nuevo ambiente se realizaban ceremonias y ritos propiciatorios para la producción agrícola", explicó la comunicación difundida.
Alimentación vegetal
Por otro lado, se tomaron 123 muestras de contextos arqueológicos primarios, sobre las que se efectuó el estudio arqueobotánico que ha revelado qué plantas consumieron, utilizaron en actividades ceremoniales y ofrecieron en rituales.
"Los resultados de esta investigación revelan una alta frecuencia de frutas (principalmente guayaba y lúcuma) y ajíes (entre ellos el ají amarillo) en los contextos analizados, lo que sugiere que estos frutos y especias eran habitualmente consumidos, utilizados en actividades ceremoniales y como parte de ofrendas", indicó el comunicado.
Esta información es clave para conocer la dieta y la domesticación de las plantas en el antiguo Perú.
Fuente: Diario Libre
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.