El viernes pasado, en el Hospital Pediátrico Hugo Mendoza, la sala de emergencias seguía recibiendo a padres en busca de atención médica para sus hijos, la mayoría con problemas respiratorios y fiebre.
Por ejemplo, Denni Quezada, residente en Invivienda, esperaba los resultados de los exámenes de sus hijas de cuatro y un año. La mayor tenía fiebre, dolor de garganta, dolor de cabeza y vómitos, mientras que la pequeña sufría de diarrea.
“Es una gripe fuerte la que está circulando,” comentó. Aunque el Hospital El Almirante estaba más cerca, Quezada prefirió ir al Hugo Mendoza porque allí cree que el servicio es más rápido.
María Jerez salió de la sala de emergencias para comer mientras su nieto de cinco años, Jader Victoriano, estaba ingresado desde el miércoles pasado con fiebre alta, dolor de cabeza, diarrea y vómitos.
La abuela aseguró que, aunque la espera para el ingreso fue larga debido a la cantidad de niños, el servicio y limpieza del hospital son buenos, y las enfermeras tratan a los niños con cariño.
Mientras Jerez comía, un padre haitiano llegó con su hija de un año pidiendo nebulización porque tenía dificultades para respirar. Suleika, madre de un niño de cinco años, esperaba los resultados de los exámenes de sangre de su hijo, quien había estado con fiebre por tres días.
Además de problemas respiratorios, otros niños acudieron al hospital por traumas, objetos en las fosas nasales y problemas gastrointestinales.
Cóctel de virus
En esta temporada, con los cambios de clima y la presencia de polvo del Sahara, las enfermedades respiratorias tienden a aumentar, exacerbando la hiperreactividad bronquial.
Según Magdelyne Ceballos, neumóloga internista de la Clínica Abreu, la influenza tipo A es la más común y causa fiebre y tos persistente. También ha notado un aumento de casos de COVID-19, influenza B y virus sincitial, este último afectando especialmente a los niños.
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