sábado, julio 12, 2025
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Editoriales

Desconectar a los jóvenes de pantallas adictivas

“Todos estamos afectados, directa o indirectamente, por la revolución digital. Pero el grupo que más me preocupa son los niños y los adolescentes”, señala el doctor Javier Albares, que coordina un equipo de profesionales para la atención de los problemas relacionados con el sueño en el Centro Médico Teknon, en Barcelona, España.

Señala que el consumo excesivo de pantallas está teniendo unas consecuencias nefastas en el sector más joven de la población, al que denomina Generación zombi, con tanto respeto como preocupación, ya que además de ser un experto en medicina del sueño Albares es, sobre todo, padre de hijos adolescentes.

Generación ‘zombi’ atrapada por las pantallas

Se trata de una generación que en países como España, accede a su primer ‘smartphone’ a una edad media por debajo de los 11 años y a la que los teléfonos móviles y tabletas electrónicas están moldeando, atrapándola en una espiral de hiperestimulación, adicción y privación crónica del sueño, según explica.

El uso abusivo de pantallas “debilita el estado físico y mental de los niños y adolescente, frena su desarrollo neurocognitivo, favorece la aparición de trastornos psicológicos, produce falta de paciencia, agresividad y fracaso escolar, y les roba uno de los tesoros más preciados para gozar de una buena salud: el sueño”, enfatiza Albares. 

En su nuevo libro, Generación zombi, Albares analiza cómo móviles y tabletas están moldeando una generación atrapada en una espiral de hiperestimulación, adicción y privación crónica del sueño, y ofrece soluciones concretas para mitigar sus efectos y ayudar a los jóvenes a reconectar con el mundo real.  

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Consecuencias de ‘vivir pegados a una pantalla’

El diagnóstico de Gabriela Paoli, psicóloga experta en adicciones tecnológicas y presidenta de la Asociación Nexum, relativo a los impactos de la hiperconexión digital en la salud mental, física y emocional de los jóvenes (y también en la de muchos adultos) es similar al del doctor Albares.

“Vivir pegados a una pantalla puede generar ansiedad, alteraciones del sueño, aislamiento social, soledad no deseada y sedentarismo. Incluso se habla del ‘trastorno por déficit de naturaleza’, por la falta de contacto real con el entorno”, advierte Paoli, autora del libro ‘Salud digital’.

Advierte que distintos estudios informan sobre “la reducción de la concentración, memoria y creatividad en jóvenes, junto con el aumento de síntomas de ansiedad, depresión y conductas agresivas asociadas al uso excesivo de redes sociales”.

La solución a este problema “no es rechazar la tecnología, sino usarla conscientemente priorizando el bienestar y manteniendo el vínculo con el entorno real, para no perder el control sobre nuestra vida, por ejemplo “fijando horarios para revisar redes sociales y evitando el uso del móvil antes de dormir” y “eliminando apps innecesarias y desactivando notificaciones”.

Para recuperar el control de nuestro tiempo, vínculos y bienestar, Paoli también aconseja “participar en actividades locales, paseos, talleres o voluntariados en nuestra comunidad; darle prioridad a hobbies, deporte, naturaleza, descanso y encuentros cara a cara; y hablar con otras personas para compartir lo que sentimos y crear relaciones más humanas y menos virtuales”.

Fórmula RAND, el antídoto contra la hiperconectividad

Consultada por EFE sobre qué pueden hacer los padres para que sus hijos pequeños y adolescentes dejen de estar inmersos en el hipnótico y adictivo mundo de las pantallas, Paoli propone su fórmula RAND como estrategia para combatir la hiperconectividad y fomentar un uso consciente y saludable de la tecnología.

La letra R (relaciones interpersonales) de este acrónimo educativo propone fomentar las relaciones sociales, familiares y ampliar el círculo social, y motivar a los más pequeños de la casa a que compartan y participen en actividades que propicien el encuentro cara a cara.

La letra A (artes) recuerda la importancia de leer, asistir a espectáculos musicales o conciertos, componer canciones, hacer manualidades o ir al teatro o exposiciones, todo ello en familia, lo que aporta muchos estímulos visuales y auditivos, que generan disfrute.

Otra fuente maravillosa de emociones, tranquilidad y disfrute es la naturaleza, la N de la fórmula RAND de Paoli, que recomienda pasear por el campo, sentir el sol y el viento, apreciar los colores de la vida vegetal y animal, y respirar profundamente, para conectar con nosotros mismos y sentir mayor calma.

Para aplicar la letra D (deporte) esta psicóloga aconseja practicar algún ejercicio o deporte preferiblemente al aire libre y en grupo, jugar algún partido de fútbol, baloncesto, o incluso asistir a algún evento deportivo, “lo que hace que los niños y adolescentes disfruten, griten, se emocionen”, según explica.

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Decálogo para reconectar con el mundo real

Otras actividades, basadas en la evidencia científica y la fórmula RAND, que madres y padres pueden fomentar en sus hijos pequeños y adolescentes y compartir en familia, y que generan conexiones reales, proporcionan disfrute, mitigan el aislamiento y la soledad no deseada y les dan un sentido de pertenencia familiar o social, son las siguientes:

  1. Tiempo de juego en familia. El juego compartido (juegos de mesa, ‘escape rooms’ caseros) fortalece el vínculo afectivo y mejora el desarrollo cognitivo y emocional.
  2. Actividades creativas sin pantalla. La creatividad (a través de manualidades, escritura de cuentos, collage, construcción de maquetas), reduce el estrés y promueve la autorregulación.
  3. Exploraciones en la naturaleza. El contacto con la naturaleza (por medio de caminatas y excursiones, juego de ‘búsqueda del tesoro’ al aire libre o acampadas) mejora el estado de ánimo, la atención y el bienestar general.
  4. Actividades culinarias compartidas. Cocinar juntos, en familia (preparando recetas saludables, concursos y retos culinarios familiares) promueve habilidades ejecutivas y la comunicación positiva, según Paoli 
  5. Teatro o dramatizaciones en casa. Fomentar el juego simbólico (representando obras, creando disfraces y máscaras, reproduciendo un baile, tocando instrumentos musicales o componiendo una canción u obra de teatro). mejora la empatía y la resolución de conflictos.
  6. Rutinas de bienestar emocional. Las prácticas de ‘mindfulness’ (atención plena) y relajación, como la meditación guiada, el yoga para niños o las respiraciones conscientes, ayudan a regular emociones y a mejorar la atención, según Paoli. 
  7. Retos y competencias familiares. Los desafíos, como establecer días o cenas temáticas, actividades sin pantallas o competencias deportivas o de talentos, promueven la motivación intrínseca y el trabajo en equipo.
  8. Club de lectura familiar. Leer juntos una novela por capítulos, discutir libros o dramatizar cuentos, mejora el lenguaje, la empatía y la concentración de los hijos, señala la psicóloga. 
  9. Proyectos de construcción o ciencia en casa. Compartir en familia, experimentos científicos, la construcción de objetos o el diseño de casas o puentes, es un aprendizaje activo y práctico que fomenta el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
  10. Participación en actividades comunitarias. El compromiso social (a través del voluntariado en familia, las huertas comunitarias o las actividades intergeneracionales), mejora la autoestima y reduce la conducta antisocial, concluye Paoli.

(Texto: Ricardo Segura)

Los efectos del uso excesivo de pantallas en el cerebro en desarrollo: lo que dice la ciencia

Fuente: Diario Libre

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